Columnas

«Lo que importa es ser feliz, feliz, feliz…»

MÉXICO BRAVO

Por Alberto Ídem.

«Porque los tengo», dijo Thalía hace justamente un año en el video que «subió» a la red, vía celular desde su mansión y del señor Motorola, que diga: Mottola, después de haber preguntado si la escuchábamos, si la oíamos y la sentíamos (¡pues para luego es tarde, mujer!), y de haberse jactado de estar «¡feliz, feliz, feliz!». Pues que dijo el señor presidente, antes del fin de semana, que «el pueblo» está justamente así: «feliz, feliz feliz». La pregunta es: ¿a qué pueblo se refiere nuestro mandatario? ¿a los narcos, de quienes acaba de decir que también son «pueblo» cuando se lo preguntó directamente un connacional, integrante legítimo de ese «pueblo bueno» que tanto dice amar el tabasqueño y quien clamaba por el envío del ejército a su tierra para combatir justamente a los delincuentes y recibió ese tipo de negativa de AMLO? ¿o habla acaso de su propio pueblo: Macuspana? Porque difícilmente se puede estar refiriendo tan en general a una población como la mexicana que, hoy en día y a un año y casi un trimestre de que ganó él las elecciones presidenciales, le hace reclamos como el de la seguridad, a la que aludía el ciudadano que lo abordó estando auténticamente a pie mientras el jefe del ejecutivo federal le contestaba con toda tabasqueñez, es decir: campechanez, desde la zona de confort del vehículo a bordo del cual se trasladaba López Obrador este mismo fin de semana.

Feliz, feliz feliz parece estar, ese sí, el Instinto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), con tanta credibilidad y el voto de confianza que les acaba de prodigar el mismísimo Andrés Manuel, quien aseguró, también antes de la actual semana, que esa institución nos demostraría a todos cuán felices somos los mexicanos, y por partida triple, como decía estar hace un año la Marimar: Thalía la del barrio. Tan contento se puso el INEGI con el aval de nuestro presidente, quien expresaba así y de forma pública su fe plena en dicha dependencia, que los primeros números alegres que quiso demostrarnos, o mejor dicho número, fue el referente al crecimiento económico de este país, corrigiéndole la plana al propio AMLO (no se va a contradecir ahora él mismo desacreditando al instituto en tan sólo unas horas… ¿o sí?): del 0.1 por ciento, hemos pasado, por la milimétrica y calibreña operación del INEGI, al espantoso ¡cero!, señores. Pero después de todo, ¡¿qué importa eso, si somos un pueblo feliz, feliz feliz…?! Porque lo tenemos a él, claro, como Thalis nos tiene a nosotros.

Pero «La felicidad es sólo un sueño», decía una canción de la bella epoca de los festivales OTI, y más cuando vemos a Paco Memo Ochoa recibir el gol de Tigres que casi le significaba la derrota al América en el regreso del portero del TRI a la liga MX. O cuando vemos a mis Chivas perder 2 a 1 en su propio estadio con todo y el horrible de Peralta. Y mucho más cuando eres habitante del sur de Tamaulipas y te das tristemente cuenta de que, a casi tres años de «los vientos de cambio», todo aquello fue un simple soplido tratándose de las Comapas, que siguen igual o peor, «tantito pior» y en perjuicio de los usuarios del servicio de agua potable y alcantarillado. Ojalá que la rueda de la fortuna, que da muchas vueltas, nos llegue a hacer olvidar a los tampiqueños y maderenses, a la orilla de la Laguna del Carpintero, donde estará instalada una vez que quede lista esa estructura cuya primera piedra pondrá el gobernador este martes 27 de agosto, toda la problemática que siguen significando las revueltas aguas del organismo operador del agua en esta zona. Que por lo menos esa rueda de la fortuna nos haga sentir en el circo que el PAN nos ha traído, desde hace 3 años, a este terruño.

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