Opinión con sentido

Cada vez más violencia // Contexto para el cambio // PRI: marchas, protestas// Incertidumbre económica

Astillero: Julio Hernández López
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▲ Los tráileres en los que se almacenaron cadáveres en Jalisco son uno de los muchos puntos rojos que demuestran el desbordamiento de la violencia diaria en el país.Foto Arturo Campos
Es una progresiva elevación de los niveles de violencia social. En la evolución cotidiana puede parecer poco perceptible, como si sólo fuera más de lo mismo. Pero hay una pedagogía de la descomposición que coincide con la finalización formal del largo periodo de dominio del priísmo, expresado por sí mismo o a través de sus variantes panistas (el foxismo y el calderonismo, igualmente funcionales al sistema tradicional), y con el arranque del primer gobierno que plantea un proyecto que incluye algunas medidas distintas a las hasta ahora barajadas por los partidos tradicionales.

Los tráileres jaliscienses de la muerte, las fosas veracruzanas, las ejecuciones a domicilio de policías y funcionarios ministeriales, la continuidad del asesinato de policías, los incesantes asaltos callejeros, las agresiones y asesinatos de mujeres, las videograbadas golpizas abusivas (a empleados de empresas de transporte o a vendedores de nieve afuera de terrazas cerveceras) y otros hechos similares son las múltiples caras de una violencia diaria, continuada, impune, con visos de ser imparable e incluso de desbordarse. Muestras de la ingobernabilidad que dejan los que se van (el peñismo indolente, rapaz), con pretensiones de que los entrantes se topen con el infierno de una realidad aumentada, exacerbada, cuyo control será más difícil de lo previsto.

Esa virulencia se multiplica en las redes sociales y en las formas de análisis y discusión de la política, sobre todo en cuanto a las perspectivas del nuevo modelo obradorista de gobierno, desde las cámaras y, en diciembre, desde Palacio Nacional. Los canales de Internet son enfangados para que no cumplan las funciones de comunicación y discusión que, con sus asegunes, habían mantenido hasta antes de que, por temporada electoral, se dispararan los mecanismos partidistas de intervención distorsionadora en las redes sociales.

Todos esos ingredientes agravan el escenario de la alternancia de siglas gobernantes, ahora con pretensiones de cierto izquierdismo. Los problemas heredados y, por lo que se ve, agravados, no podrán ser resueltos en lo inmediato y, ante la acumulación de enojo social que ya hay, la natural tardanza en tomar controles y en alcanzar metas tendrá menos lugar para la tolerancia y la espera.

Podría parecer anecdótico, propio del dinosaurismo político que practica y se supone debería ir también en extinción, pero el gobernador de Campeche, Alejandro Moreno, llamado Alito, ha anunciado que el priísmo se aplicará en practicar marchas y protestas contra el obradorismo en cuanto le sea posible: Ellos no tuvieron consideraciones con nosotros, no las tengamos ahora con ellos, para así dejar claro, como lo es y como todos sabemos, que son buenos para criticar y malos para gobernar.

Añadió el arengador campechano, en presencia de la administradora nacional del fideicomiso de liquidación del partido tricolor, Claudia Ruiz Massieu, que cuando el priísmo se levante contra los morenistas gobernantes los verá caminar sin brújula, vamos a verlos chocar contra la pared, vamos a verlos sufrir por no saber gobernar, vamos a verlos doblarse por no poder con los grandes retos que tiene México, vamos a verlos desear no haber ganado (…) a diferencia de ellos cuando los tiempos se ponen difíciles, los priístas no nos damos por vencidos, nos levantamos, regresamos a la lucha y volvemos a la victoria (…) dicen que hay quienes no saben perder, pero ya conocemos a los que no saben ganar.

Los amagos políticos y la violencia social exacerbada tienen correspondencia con el clima de incertidumbre económica que se está abonando. En particular, las arcas federales y las cuentas oficiales tendrían poco respaldo para un arranque aceptable de la siguiente administración, la obradorista, y para el despegue de los principales programas de apoyo social con los que el siguiente gobierno se comprometió en campaña electoral.

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