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El tiempo de Tamaulipas ya llegó

Fuentes fidedignas. Por Isaías Alvarez

El próximo sábado, el gobernador Américo Villarreal Anaya estará en el Zócalo capitalino para sumarse a la conmemoración por los siete años de los gobiernos de la transformación. Será un acto encabezado por el expresidente Andrés Manuel López Obrador y la presidenta Claudia Sheinbaum, quienes han hecho de la reducción de la pobreza su bandera central. Ese indicador —incómodo para muchos, irrenunciable para otros— es hoy uno de los ejes del debate nacional.

Mientras tanto, en Tamaulipas, la escena política abrió la semana con una postal poco común: un Congreso local lleno, un Ejecutivo presente desde temprano y una dinámica de trabajo conjunta que llamó la atención incluso entre quienes suelen leer con lupa cualquier gesto institucional.

Villarreal Anaya llegó al recinto antes de que dieran las nueve, acompañó la ceremonia donde se otorgó la Medalla al Mérito Ciudadano a la maestra Cecilia Imelda Lugo Cruz y participó en la colocación de su nombre en el muro de honor.

De ahí pasó a una reunión de seguridad con mandos federales, estatales y legisladores, y después a un encuentro con el presidente del Congreso para recibir el informe de cierre del fiscal estatal.

Cerró ese maratón con el encendido del Pino Navideño y un mensaje dirigido al personal del Legislativo, en medio de una fila interminable de personas que querían una fotografía.

El gobernador salió del recinto ya cerca del mediodía, todavía atendiendo saludos y conversaciones breves. Fue, sin decirlo, un gesto político que retrata el momento: diálogo, cercanía y un acomodo más terso entre poderes.

Con ese telón de fondo, el mandatario habló sobre los primeros tres años de su administración, un periodo que él describe como de siembra y que ahora comienza a mostrar resultados. Entre las obras concluidas mencionó el nuevo Hospital General IMSS-Bienestar de Ciudad Madero, el Hospital Regional del ISSSTE en Tampico y la instalación de la Dirección General de Aduanas en Nuevo Laredo, pieza clave para el comercio exterior.

En la lista de proyectos que entran en recta final están la carretera Tula–Ocampo, que ampliará la conectividad hacia Altamira, y el gasoducto de Reynosa, fundamental para el desarrollo energético regional. A esto se suman iniciativas de mayor calado que siguen en gestión: la conexión ferroviaria hacia el Puerto del Norte y la inclusión de Altamira como polo estratégico dentro del llamado Plan México.

Para el gobernador, este punto del sexenio marca el tránsito hacia una etapa distinta: la del asentamiento. Los próximos dos años serán decisivos para convertir los anuncios en obras funcionando y los planes en mejoras visibles para la ciudadanía.

Traducir proyectos en beneficios concretos es el objetivo. En ese terreno, Villarreal Anaya llega a la segunda mitad de su mandato con una agenda ambiciosa, el reto es significativo, pero también lo es la posibilidad de demostrar que lo construido hasta ahora no fue simple expectativa, sino el inicio de un camino de resultados sostenibles para el estado, porque como dice Víctor Hugo: “No hay idea más poderosa que una idea a la que le ha llegado su tiempo” y esa idea es Tamaulipas.

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