Cuando el patrimonio público se esfuma

Crónicas del Sur | Por José Juan Tomas.
La desaparición de la placa instalada en el kiosco de la plaza Isauro Alfaro no es un simple incidente administrativo ni un hecho aislado que pueda despacharse con la revisión tardía de cámaras de videovigilancia. Es una muestra clara de la fragilidad con la que el gobierno municipal de Ciudad Madero, encabezado por Erasmo González Robledo, protege el patrimonio histórico y urbano que pertenece a todos.
Que un objeto oficial desaparezca de uno de los espacios más emblemáticos del municipio sin que exista aviso, registro o responsable identificado, revela una preocupante falta de control interno y de vigilancia en áreas que deberían estar resguardadas de manera permanente. No se trata únicamente de si fue vandalismo o un retiro interno, sino de la incapacidad institucional para saber qué ocurre dentro de sus propios espacios.
Las declaraciones del secretario del Ayuntamiento, Héctor Marín Rodríguez, lejos de ofrecer certezas, confirmaron el desorden. Admitir que no se tiene información clara y que será necesario recurrir al C5 para revisar cámaras es aceptar, implícitamente, que se actúa después del daño y no antes. Para muchos ciudadanos, esa explicación llega tarde y suena insuficiente.
Este episodio tampoco es nuevo. El propio Ayuntamiento ha reconocido que el vandalismo es recurrente en zonas como Playa Miramar, donde los daños a la infraestructura pública han obligado incluso a contratar seguridad privada nocturna. Un gasto extra que, en el fondo, evidencia la ausencia de estrategias preventivas eficaces y una política de reacción constante ante los hechos consumados.
La plaza Isauro Alfaro no es cualquier lugar. Es un espacio cargado de simbolismo, historia y memoria colectiva para los maderenses. Por eso, la desaparición de una placa conmemorativa no es un detalle menor: es otro eslabón en la cadena de deterioro, abandono y desatención de los espacios públicos durante la actual administración.
Pero el hecho cobra una dimensión todavía más irónica cuando se revisa el pasado. No es la primera vez que algo “desaparece” de esta plaza. Años atrás, cuando José Guadalupe González Galván, maestro político del actual alcalde, estuvo al frente del gobierno municipal, el kiosco completo fue retirado del lugar y, de manera insólita, terminó instalado en su rancho en el municipio de Aldama. Hoy, la historia parece repetirse: ya no es el kiosco, sino una placa conmemorativa del cabildo anterior la que se esfuma, ahora bajo la gestión de su alumno.
Mientras el Ayuntamiento asegura que no habrá sanciones si el retiro fue interno, la ciudadanía sigue sin respuestas claras y con una percepción cada vez más arraigada: el orden, la transparencia y el cuidado del patrimonio público no han sido prioridad.
Antes fue el kiosco. Hoy es una placa. Ayer fue el maestro. Hoy es el alumno. En Ciudad Madero, el patrimonio no se pierde: simplemente desaparece… ante la mirada de todos.



