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Los sapos tamaulipecos

La Comuna

José Ángel Solorio Martínez

Achicar el poder del grupo encabezado por Francisco García Cabeza de Vaca, no se debe circunscribir al desplazamiento -hasta donde se pueda- de él y sus hermanos de la cosa pública. Si lo vemos sólo como una banda que persigue el poder, estamos equivocados; es una visión fragmentada de la realidad y una concepción reduccionista del fenómeno político.

El gran entramado sociopolítico que construyó en décadas de vivir del ejercicio de la autoridad, lo cohesionó con hechos de corrupción y de rapiña y lo amacizó con la alianza de grupos de cuello negro.

Su poder ya no deviene de sus capacidades políticas -menguadas desde que se marchó al exilio huyendo de la ley-; su poder fluye, de los millones de pesos expoliados en los años que ejerció la autoridad de alcalde de Reynosa y gobernador de Tamaulipas.

Es la más sólida y evidente, capacidad de presión que tiene el exgobernador.

Nunca se le agotará el dinero para pagar entrevistas en espacios de medios contrarios a la IV T y su Segundo Piso.

Jamás se acabará su lumpen capital; eso le dará presencia, hasta que se dé por enterado que los exilios sólo son eficaces políticamente cuando se posee autoridad moral y política.

No es el caso de Cabeza de Vaca.

Es perseguido, no por sus adversarios políticos; es buscado por la ley.

No se le quiere silenciar políticamente; se le demanda que, frente a la justicia y sus instituciones, explique dónde se invirtieron los miles de millones de pesos que ejerció su administración en seis años de gobierno.

Lo que acusa el Congreso local de Tamaulipas, es un juego de niños: el SAT Simi, que colocaba en estratégicos lugares del estado, para atracar a miles de paisanos y nacionales que hicieron el blanco de sus extorsiones en esas pequeñas aduanas piratas.

El embudo carretero de la Y, en San Fernando era el lugar preferido de la banda de la charola.

El terror de los grupos antisociales marchaba paralelo, con el miedo de los aduanales habilitados por el entonces gobernador, García Cabeza de Vaca.

Cierto: dejó muchos cabos sueltos.

Esos datos, hablan de la impunidad con la cual se movió toda su vida.

No sólo debe darse el combate al cabecismo en sus redes económicas. Se deben remover, la urdimbre política y familiar que dejó sembrada. Una de la más protuberante es José Ramón Gómez Leal; es de todos los aspirantes a gobernador, por razones obvias, el que mejor representa los intereses de los Cabeza de Vaca.

Inmiscuido hasta el cuello con las transnacionales redes del guachicol, no hay explicación -saludable y recatada- de cómo gobernaría en el remoto caso de que se convirtiera en gobernador del estado.

Ya lo dijo Taibo II: “A Andrés Manuel, se le colaron muchos sapos”.

Efectivamente: en Tamaulipas, varios nadan en guachicol.

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