La UAT entra al tablero nacional de la transformación

Fuentes fidedignas. Por Isaias Alvarez
En el tablero nacional donde se está redefiniendo el papel de la educación pública, la Universidad Autónoma de Tamaulipas aparece —sin estridencias pero con peso propio— como una pieza que se mueve con inteligencia. Lo demostró esta semana cuando su rector, Dámaso Anaya Alvarado, acudió a la Primera Reunión Nacional de Universidades con la presidenta Claudia Sheinbaum. No fue un acto ceremonial: fue una señal política. El mensaje era claro y casi programático: las universidades públicas volverán a ser columna vertebral de la transformación del país, y la UAT quiere estar en esa primera línea.
En el edificio de la SEP, junto a rectoras y rectores de todo México, Sheinbaum presentó Saberes MX, una plataforma que nace con vocación democratizadora: conocimiento abierto, formación permanente y acceso universal. Para algunos, un anuncio; para otros, un anticipo de la arquitectura educativa del próximo sexenio. Para la UAT, una ruta directa de colaboración con la Federación en proyectos que elevan calidad, presencia y pertinencia. Dámaso Anaya lo entendió así cuando refrendó que la universidad acompañará esta visión de justicia social y formación humanista. Es decir: la UAT no solo acude, se compromete.
Ese compromiso se volvió más evidente cuando la Universidad abrió sus puertas —literal y simbólicamente— para albergar los Diálogos sobre la Reforma Electoral. ¿Quién, si no una universidad pública, podía convocar a discusión seria sobre el sistema democrático? Ahí estuvo la UAT, fungiendo como anfitriona, sí, pero sobre todo como árbitro intelectual: un espacio donde convergieron estudiantes, especialistas, sectores productivos, autoridades electorales y ciudadanía para discutir reglas, representación, financiamiento, comunicación política y justicia electoral. En tiempos donde la polarización amenaza con secuestrar el debate, la UAT ofreció algo que se ha vuelto un lujo: un foro para pensar sin consignas.
El acto no fue menor. Juan José Ramos Charre, del IETAM, y representantes de la Presidencia de la República reconocieron la capacidad de la universidad para reunir voces, cuestionamientos y propuestas en un ejercicio simultáneo en seis campus. Tamaulipas, una vez más, mostró que su comunidad universitaria no solo estudia el país: participa en él. La conclusión es inevitable: la UAT está ocupando un espacio que históricamente se le regatea a las instituciones educativas —el de formar ciudadanía activa y crítica—, mientras la Federación avanza en la idea de una reforma electoral integral y de largo alcance.
Y mientras esto ocurre en el plano nacional, en el plano humano la UAT demuestra otro músculo: el de la gratitud. En un gesto que parece sencillo pero que contiene uno de los mayores símbolos institucionales, el rector presidió el homenaje al personal jubilado del SUTUAT. Reconocer a quienes construyeron la Universidad desde el trabajo cotidiano no es una ceremonia: es un acto de memoria. Y en tiempos donde lo viejo suele despreciarse para hacer espacio a lo nuevo, la UAT hizo lo contrario: cerró filas en torno al legado.
La entrega de reconocimientos y una onza troy de plata a cada jubilado fue, sí, un detalle material; pero el verdadero peso cayó en el mensaje: “Hoy la Universidad les entrega respeto, gratitud y admiración”. Es una frase que, en cualquier otro discurso, podría sonar protocolaria; pero aquí fue el cierre de un ciclo justo, digno, acompañado por las familias de quienes entregaron su vida laboral a la institución. En un país donde muchas universidades enfrentan tensiones internas, la UAT presumió estabilidad, cohesión y un liderazgo que conecta con su comunidad.
Así, entre reuniones nacionales con la Presidenta, debates sobre el futuro democrático del país y homenajes que fortalecen identidad interna, la UAT está trazando un camino propio. No es una universidad que observa: es una universidad que participa, que dialoga, que transforma y que honra a su gente. Y quizá ahí reside la verdadera estrategia: formar profesionistas críticos, construir ciudadanía, fortalecer el pensamiento libre y mantener a la comunidad universitaria como un bloque vivo, acompañado y respetado.
En un México que se mueve rápido, la UAT decidió moverse con propósito. No para seguir la agenda nacional, sino para ser parte de quienes la escriben.



