ColumnasOpinión con sentidoPolíticaPrincipal

Humberto Prieto contra el prófugo

Fuentes fidedignas. Por Isaias Alvarez

En los últimos días, el fuego mediático que se desató sobre el diputado presidente del Congreso del Estado, Humberto Prieto Herrera, no fue casual, no fue espontáneo, mucho menos un accidente político. Él mismo lo dijo: “Sabemos de dónde vienen esos ataques.” Y sí, él lo afirmó sin rodeos, mirando directo a la cámara: Francisco García Cabeza de Vaca, exgobernador panista, prófugo en Texas, es el autor intelectual de esa ofensiva desesperada a miembros destacados de Morena en Tamaulipas.

Prieto no se anduvo con medias tintas. Lo llamó por su nombre y lo calificó por lo que es: “Es un delincuente, un exiliado. Todos sabemos la clase de criminal que eres.” Palabras pesadas, pero con fundamento político y judicial. Palabras que no se escuchaban en Tamaulipas desde hace tiempo y que cimbraron el ambiente público.

El líder del Congreso estatal explicó el origen de esta reacción furiosa del exmandatario: la denuncia que está por presentarse ante la Fiscalía General de la República por el esquema de extorsión montado en 2020, cuando los filtros carreteros del sexenio cabecista operaban como máquinas de cobro clandestino para permitir el paso de combustible importado sin permisos. Lo que comúnmente, sin adornos, se llama huachicol fiscal. “Sabemos que fuiste parte del huachicol con tus filtros, con tus GOPES. Sabemos de los moches que recibías.” Así quedó grabado.

Y ante esa contundencia, Cabeza de Vaca intentó un giro absurdo, una maniobra fallida: hacer creer que él y Prieto fueron “muy amigos”, intentando arrastrarlo a su pantano narrativo, como si la cercanía pudiera borrar los hechos. Prieto respondió de inmediato: no hubo amistad, no hubo equipo, no hubo sociedad política. Al contrario: “Siempre fuimos adversarios.”

Para dejarlo aún más claro, recordó lo que en Tamaulipas ya es archivo público. Aquellas fotos que hoy exhiben los voceros del exgobernador provienen de una campaña interna del PAN, donde Prieto venció al candidato del cabecismo. Y no solo eso: lo quisieron tumbar con impugnaciones. En 2015 habló públicamente de la decadencia del PAN bajo control del reynosense; en 2016 no apoyó su campaña; y en pleno sexenio, cuando el cabecismo estaba en su apogeo, renunció al PAN denunciando compadrazgos. Prieto se fue, el cabecismo lo quiso expulsar simbólicamente. No hay vínculo posible.

Hoy, como morenista y líder del Congreso, Humberto Prieto le dice al prófugo lo que buena parte del estado comenta en voz baja: “Deja de esconderte en Texas. Ven a dar la cara.”

El campo tamaulipeco; avance real, transformación visible

Mientras el exgobernador dedica su tiempo a enviar recados desde Estados Unidos, Tamaulipas vive una mejora tangible en otra esfera completamente distinta: el campo. Una transformación que no necesita videos, ni ataques, ni campañas de lodo, porque está respaldada por inversiones, obras y decisiones públicas visibles.

La coordinación entre el gobernador Américo Villarreal Anaya y la presidenta Claudia Sheinbaum está generando un impulso sin precedentes. Los proyectos estratégicos —cruces internacionales, carreteras, infraestructura hídrica, urbana, portuaria y ferroviaria— caminan a paso firme. Pero lo relevante es que ese avance no ha dejado de lado al sector agrícola.

Este año se invierten más de 636 millones de pesos para fortalecer el campo tamaulipeco. No es una cifra inflada para discursos; es dinero que ya está moviendo semillas, fertilizantes, apoyos, subsidios y acompañamiento técnico. Es inversión real para productores reales.

El gobierno estatal impulsa, además, algo clave para el futuro: valor agregado. No solo sembrar y cosechar; transformar. Por eso se promueve la instalación de una planta de etanol a base de sorgo, proyecto que ya atrajo el interés de empresarios. Y por eso se impulsa la producción de harinas nixtamalizadas hechas con sorgo blanco, con el objetivo de asegurar materia prima para las tortillas sin depender de terceros.

En breve, se inaugurará la primera tortillería con participación del gobierno y de los productores. Un modelo innovador donde ambos ganan: ingreso justo para quienes trabajan la tierra y precios accesibles para las familias.

A eso se suma la inclusión del sorgo tamaulipeco en el programa federal “Cosechando Soberanía”, que ofrece subsidios del 50% al seguro agrícola, mejores tasas y una línea de crédito de 170 millones de pesos para productores.

La diferencia es evidente. Mientras ciertos actores del pasado buscan reciclar mentiras para sobrevivir, el presente de Tamaulipas se construye con hechos, con obra, con inversiones y con decisiones públicas que ya están modificando la vida productiva del estado.

Notas relacionadas

Deja una respuesta

Botón volver arriba