ColumnasOpinión con sentidoPolítica

Violencia de género y mala política: un lastre que el Verde no puede seguir cargando

Crónicas del Sur

Por José Juan Tomas

El hallazgo de culpabilidad contra Manuel Muñoz Cano, dirigente estatal del Partido Verde Ecologista, por violencia política contra las mujeres, no es un hecho menor. Es la evidencia de que, en pleno siglo XXI, aún existen actores políticos que creen poder denigrar y minimizar la labor de las mujeres que han sido elegidas por la ciudadanía para representar sus intereses.

Que Muñoz Cano haya calificado a la diputada Katalyna Méndez Cepeda como “la niña que está en el Congreso” revela un machismo descarado, que busca menoscabar la autoridad, la experiencia y el esfuerzo de una mujer que ha demostrado capacidad y liderazgo. Este tipo de comentarios no son un simple error de expresión; son manifestaciones de violencia política que dañan la democracia.

Pero la violencia de género no es su único problema. Bajo su liderazgo, el Partido Verde en Tamaulipas ha sido un desastre, convirtiéndose en la tapadera de Carlos Peña Ortiz, mejor conocido como “Makito”, y de su madre, Maki Ortiz, quienes han saqueado Reynosa hasta dejarla sumida en la miseria. La dirección de Muñoz Cano no ha generado confianza ni resultados; más bien, ha asociado al Verde con prácticas corruptas y una mala reputación que hoy pesa sobre Morena y sus alianzas.

La reacción de Méndez Cepeda fue firme y correcta: llevar el asunto ante el IETAM no solo defiende su dignidad, sino que establece un precedente sobre la tolerancia cero frente a la violencia de género en la política. Nadie, bajo ninguna circunstancia, debe ser objeto de burlas, descalificaciones o trato denigrante por su condición de mujer.

El hecho de que la Secretaría Ejecutiva del Tribunal Electoral de Tamaulipas haya declarado culpable a Muñoz Cano es un paso importante hacia la rendición de cuentas. La política no puede seguir siendo un espacio donde las actitudes machistas queden impunes ni donde los comentarios sexistas sean ignorados bajo la excusa de la libertad de expresión o el juego político.

Los números en Tamaulipas son oscuros para el Verde bajo su liderazgo. Lo único que han aportado como aliados a Morena es una mala reputación. Está más que claro que Manuel Muñoz Cano ya no debería ser dirigente. Su permanencia daña la credibilidad del partido y obstaculiza cualquier intento de presentar al Verde como una fuerza seria y responsable.

Si se confirma la inscripción de Muñoz Cano en el padrón de sujetos sancionados por violencia en razón de género, el dirigente quedará impedido para ser candidato a cualquier cargo público en elecciones locales y federales. Esta medida no solo es justa, sino necesaria para proteger la participación política femenina y para demostrar que la ley está por encima de cualquier ambición personal o partidista.

Los partidos políticos también tienen una responsabilidad directa. No pueden permitir que sus líderes o militantes actúen con impunidad, normalicen conductas de violencia o carguen con alianzas corruptas. La política seria requiere de ética, respeto y compromiso con la igualdad, no de actitudes arcaicas que buscan perpetuar un poder masculino excluyente y una imagen dañina.

La sanción a Manuel Muñoz Cano debe ser vista como un ejemplo. La política no es un terreno para el machismo ni para la corrupción. Es un espacio donde el respeto a la mujer y la integridad del partido son principios fundamentales. Es urgente que el Verde cambie de dirigente, porque mantener a Muñoz Cano al frente es condenar al partido a la irrelevancia y asociarlo con prácticas que el sur de Tamaulipas ya no está dispuesto a tolerar.

Notas relacionadas

Deja una respuesta

Botón volver arriba