
Fuentes fidedignas. Por Isaias Alvarez
Hace más de dos mil años, Sun Tzu escribió que “toda guerra se basa en el engaño: cuando estés lejos, haz creer que estás cerca; cuando estés cerca, haz creer que estás lejos.” En política ocurre lo mismo: cuando el poder se desvanece, los actores políticos buscan una última fotografía junto a la autoridad, convencidos de que así prolongan su influencia. Pero casi siempre, ese retrato los condena, porque la imagen concebida como salvavidas termina siendo evidencia de su naufragio político.
Eso ocurrió con la reciente fotografía de Adán Augusto López Hernández, José Ramón Gómez Leal y Omar García Harfuch, tomada en el Senado durante el informe del secretario de Seguridad. En ella, el exsecretario de Gobernación Adán Augusto López Hernández, antiguo jefe del presunto líder de La Barredora, y su protegido José Ramón Gómez Leal, cuñado del exgobernador Francisco García Cabeza de Vaca, intentaron proyectar fuerza y cercanía al poder utilizando la figura de Omar García Harfuch.
Sin embargo, su intento resultó patético. En las cúpulas nacionales provocó burlas, y entre los cuadros estatales de Tamaulipas dejó una sensación de pena ajena al ver su desesperación por mantenerse visibles, aferrados a una foto que no les devuelve el poder perdido.
No hubo ingenuo que se tragara ese cuento. Harfuch es implacable, y fue el mismo quien advirtió en enero de este año ante los diputados de Morena: “Dialogar con criminales es un espejismo, siempre sale mal”. La frase, lanzada en la plenaria legislativa, fue una advertencia y también una declaración de principios.
En esa misma plenaria de Morena, Harfuch no habló como político, sino como operador del orden. Recordó a los diputados que “las organizaciones criminales son quienes corrompen autoridades, quienes cobran piso, quienes extorsionan”, estas palabras fueron dagas para los presentes pero las siguientes calaron aún más hondo, “el Estado no puede permitir que la delincuencia compre autoridad ni legitimidad, ni en las calles ni en la política”, ¿Así o mas claro?
Y es que quien no conoce la historia, está condenado a repetirla. La política mexicana acumula fotografías que se transformaron en epitafios, Rosario Robles, sonriente junto a Peña Nieto, terminó en prisión por La Estafa Maestra; Andrés Granier, el “Químico” de Tabasco, de los flashes al penal; César Duarte, de gobernador intocable a extraditado;
Roberto Sandoval, de Nayarit, sentenciado en 2025.Todos compartieron el mismo error, confundir la cercanía visual con inmunidad política. En sus casos no hubo sorpresas, solo sorprendidos.
En cuanto a Harfuch, él ha tenido sus propios acercamientos que terminaron para la contraparte en prisión. Luis Cárdenas Palomino, fue detenido en 2021 por tortura, ser el reclutador de Harfuch no lo salvó. El mismo caso con Genaro García Luna, con quien coincidió en la Policía Federal y eso no lo libro de ser condenado en Estados Unidos por narcotráfico.
¿Cree usted que Harfuch mancharía su carrera impecable por dos pillos? José Ramón Gómez Leal, cuñado de Cabeza de Vaca, arrastra investigaciones por presunto huachicol y triangulaciones financieras y su padrino político, Adán Augusto, enfrenta el desgaste del caso La Barredora y un puñado más de escándalos.
Por cierto que, los senadores no son los únicos que han leído a Sun Tzu quien advierte que “el general inteligente evita la batalla innecesaria y gana antes de combatir.” Omar sale sonriente en la foto, pero sigue operando, pues sabe que “el Estado no puede permitir que la delincuencia compre autoridad ni legitimidad”.



