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Álamo en la oscuridad: el pueblo olvidado de Veracruz

Gastón Arriaga Lacorte

Visión Estratégica

Mientras los reflectores mediáticos se enfocan en las grandes ciudades y en los discursos de “reconstrucción nacional”, en el norte de Veracruz un municipio entero se apaga en silencio. Álamo Temapache, con más de 100 mil habitantes, lleva casi una semana atrapado entre la oscuridad, el silencio digital y la sed. Sin luz, sin internet, sin agua potable. Sin voz.

En pleno siglo XXI, en un país que presume conectividad y modernidad, hay una comunidad completa que sobrevive sin los servicios más básicos. Las lluvias recientes no solo dejaron calles intransitables y viviendas bajo el lodo: dejaron en evidencia la fragilidad institucional de un estado que se quiebra ante la primera tormenta. Los ciudadanos de Álamo viven entre el miedo a enfermarse y la desesperación de no tener a quién acudir.

Los refrigeradores dejaron de funcionar, los alimentos se echaron a perder, los comercios se paralizaron. Las familias que dependen de una conexión para trabajar o estudiar están desconectadas del mundo. Y mientras tanto, la respuesta gubernamental ha sido tan lenta que ya huele a indiferencia.

El problema no es solo la lluvia: es la omisión estructural. La falta de mantenimiento en líneas eléctricas, la nula planeación hidráulica, y el abandono de los servicios públicos no ocurrieron ayer. Son el resultado de años de administraciones que invierten más en propaganda que en drenaje, más en informes que en infraestructura.

Hoy, Álamo no solo enfrenta una crisis de energía, sino una crisis sanitaria inminente. El agua estancada, los residuos, los animales muertos y la falta de limpieza crean el caldo de cultivo perfecto para brotes de dengue, infecciones gastrointestinales y enfermedades respiratorias. En los centros de salud —los pocos que siguen funcionando— escasean los medicamentos básicos.

Lo más grave es el silencio institucional. Nadie habla de Álamo, ni el gobierno estatal ni los medios nacionales. Es como si el municipio no existiera, como si su gente no contara. Los políticos locales se limitan a declaraciones tibias, los alcaldes de alrededor miran hacia otro lado, y la gobernadora solo emite comunicados desde la comodidad de su oficina climatizada.

El futuro inmediato es preocupante: si en los próximos días no se restablecen los servicios básicos, Álamo podría entrar en un punto crítico de insalubridad y descomposición social. Lo que hoy es un problema de infraestructura puede convertirse pronto en una emergencia humanitaria.

Álamo, Veracruz, no necesita discursos ni visitas fugaces para la foto. Necesita presencia, acción y compromiso. Porque cuando un pueblo se queda sin luz, sin agua y sin comunicación… también corre el riesgo de quedarse sin esperanza.

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