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Salinas Pliego y su ejército rumbo al 2030

Por Brenda Ramos e Isaias Alvarez

Segunda Parte | MAAC; un ejército con pies de barro

El Partido Verde, sin Morena, no es nada. Durante años su fuerza real se sostuvo en la alianza con la 4T, pero en cuanto sus dirigentes comenzaron a hablar de separarse para competir solos en 2027, quedó claro que el cálculo les estaba saliendo mal. Más que mostrar músculo, evidenciaron debilidad. Al romper con Morena, pierden su única palanca de poder.

La presidenta Claudia Sheinbaum lo dejó entrever el 8 de septiembre en la mañanera. Con un mensaje breve, casi quirúrgico, dijo que “a Morena le corresponde definir sus alianzas para 2027”. No lo dijo abiertamente, pero el subtexto da a entender que el Verde ya no es indispensable. Con esas palabras, el quiebre dejó de ser rumor para convertirse en una sensación palpable en el aire político.

Ese escenario marcó el inicio de un declive que pronto se reflejó en los liderazgos locales. En Tamaulipas, por ejemplo, la diputada Katalyna Méndez Cepeda denunció por violencia política de género al líder estatal del Verde, Manuel Muñoz Cano, luego de que la llamara “niña” en conferencia de prensa. El partido que presume ser “la segunda fuerza nacional” mostró, en los hechos, que sigue atrapado en viejas prácticas y fracturas internas que lo debilitan desde dentro.

Con ese telón de fondo, vamos a lo sucedido el 11 de septiembre. En las instalaciones de TV Azteca, Ricardo Salinas Pliego lanzó el llamado Movimiento Anticorrupción y Anticrimen (MAAC). El empresario reunió a periodistas, académicos y empleados de confianza para lo que presentó como el inicio de una “batalla cultural e intelectual” contra lo que llamó la “dictadura de partido único”. En la fotografía del evento aparecieron Sergio Sarmiento, Javier Alatorre, Leonardo Curzio, María Amparo Casar, Lourdes Mendoza y su hijo Benjamín Salinas Sada. Una postal que parecía el arranque de un ejército opositor.

Salinas habló sin rodeos: buscaba unificar al más del 40% de ciudadanos que, según él, están en contra del régimen. Aseguró que será difícil, pero advirtió que “va a llegar un momento en que tendremos que entrar en resistencia contra este régimen, porque ya se volvió una dictadura de partido único, donde el general secretario del partido manda desde Palenque”.

Detrás de esa convocatoria había un trasfondo personal imposible de ocultar, la deuda de 74 mil millones de pesos que Grupo Salinas mantiene con el SAT. Una batalla legal que ya dura más de una década y que lo llevó del círculo cercano de López Obrador —como miembro de su Consejo Asesor Empresarial y beneficiario de contratos de Pemex— al papel de opositor frontal tras la ruptura definitiva por los créditos fiscales.

Con la llegada de Sheinbaum, la confrontación se profundizó. La presidenta fue clara en su postura. “Que pague sus impuestos como todos los mexicanos”. Desde entonces, TV Azteca endureció su línea editorial contra Morena y Salinas se ha presentado como víctima de persecución política.

Pero más allá de su discurso de resistencia, la creación del MAAC deja en evidencia una contradicción de origen, pretende mostrarse como un ejército sólido y en ascenso, pero lo hace apoyado en bases fracturadas. En lo local, su principal plataforma —el Partido Verde— enfrenta denuncias, divisiones y desgaste. El caso de Katalyna Méndez Cepeda lo ejemplifica con claridad, fue llamada “niña” por el líder estatal del Verde, Manuel Muñoz Cano, en un intento de minimizarla y desacreditar su trabajo legislativo. Katalyna respondió recordando que es diputada gracias al respaldo de casi 50 mil votos, y presentó una denuncia formal por violencia política de género. Su valentía mostró que el Verde no solo arrastra viejas prácticas machistas, sino que se resquebraja en lo interno mientras presume ser “segunda fuerza nacional”.

El arranque del MAAC no es, entonces, el nacimiento de un ejército, sino el intento de unificar piezas dispersas bajo un liderazgo empresarial que carga con cuentas pendientes. Una estructura que busca proyectar fuerza, pero que ya en sus primeros pasos muestra que está hecha de fisuras.

Y aquí surge la pregunta inevitable: ¿Que une a Ricardo Salinas Pliego con el Partido Verde, con Tamaulipas y con Francisco García Cabeza de Vaca?

La respuesta no está completa todavía. Este especial apenas va calentando motores. En los próximos capítulos iremos desenmarañando los pactos, los destapes y las alianzas que pretenden ocultarse bajo la narrativa de resistencia. Porque detrás del MAAC y de sus promesas, se esconde un entramado que parece unir al Verde, al cabecismo y al makismo rumbo a un mismo destino: el 2030.

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