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El transporte publico

Fuentes fidedignas. Por Isaias Alvarez

La mayoría de las veces, la diferencia entre gobernar y administrar se nota en los pequeños detalles. En ciudades como Victoria subirse a un camión parece un deporte extremo que exige hasta refuerzo de vacuna contra el tetanos; en cambio, en Nuevo Laredo la historia ya es otra. Carmen Lilia Canturosas firmó un convenio que nadie más se había atrevido a concretar: modernizar y coordinar el transporte urbano de pasajeros. Un hecho inédito en Tamaulipas, aunque cueste creerlo.

El modelo tiene lógica, el municipio subsidia el diésel con hasta 30 millones de pesos y, con ese respiro, los concesionarios están obligados a reinvertir en unidades modernas, rutas eficientes y sobre todo, un servicio digno. Resultado: las Rutas Express Villas de San Miguel, Valles de Anáhuac y Nor Poniente ya están funcionando y las familias recuperan hasta hora y media diaria que antes se perdía en el tráfico y el abandono. Tiempo para trabajar, estudiar, vivir. Tiempo humano.

Esto no es magia ni mucho menos, solamente es consecuencia de un manejo responsable del dinero público. Lo dijo sin rodeos el auditor superior del Estado, Francisco Noriega Orozco: Nuevo Laredo goza de estabilidad financiera porque hay orden en la administración de recursos. Lo que otros despilfarran en obras faraónicas inútiles -ya se imaginaran quienes-, aquí se traduce en movilidad, pero sobre todo que es algo que le sirve a la gente en su día a día.

Hagamos una comparación. En Reynosa y su vecino Rio Bravo, los camiones parecen salidos de un yonke: inseguros, viejos, a veces hasta sin placas, pero siguen transportando a la gente como si la dignidad fuera opcional; la mayoría de estos son transportes traídos de Estados Unidos, que, de acuerdo a las leyes de allá, ya no servían ni eran adecuados para transitar sus calles. En la capital del estado, la flota es un chiste: unidades oxidadas, pandeadas por decirlo de una forma amable, parece que avanzan como caballo de Antonio Aguilar, mientras los pasajeros se encomiendan a Dios cada vez que suben. Me da gusto que el Gobierno del Estado recientemente haya modernizado el sistema de transporte público, pero aún se miran en las calles las unidades viejas que parece que estas en Cuba.

Nuevo Laredo parece que está marcando la pauta. No se trata de maquillar cifras, sino de transformar la vida cotidiana: rutas que funcionan, traslados más cortos, un transporte que le de dignidad a la gente y a la ciudad. Y, sobre todo, un ayuntamiento que entiende que gobernar no es salir en la foto con la primera piedra de una obra fantasma o inútil, sino entregar resultados palpables.

Carmen Lilia demuestra que la política también puede servir para algo tan simple y revolucionario como ahorrarles horas de sufrimiento a miles de ciudadanos y dignificar el transporte público. En tiempos donde casi todo gobierno se oxida, aquí hay movimiento, literal. Enhorabuena.

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