El renacimiento político de Matamoros

Fuentes fidedignas. Por Isaías Álvarez
Matamoros vivió este fin de semana una postal que parecía improbable hace apenas unos años. Un alcalde joven, sin el peso de las viejas élites sobre los hombros, logró convocar a cientos de ciudadanos en un acto que fue a la vez informe de gobierno y declaración de intenciones. Beto Granados rindió cuentas de su primer año y con ello trazó una frontera clara con la forma tradicional de gobernar en el noreste de México.
La oposición insiste, casi de manera mecánica, en que su mayor debilidad es la juventud. Pero la crítica se desarma cuando se contrasta con los datos. Granados ha reparado más de 170 caídos de drenaje en un año, una cifra que ningún alcalde había alcanzado en los últimos 22. Rescató el Parque El Laguito, símbolo del abandono, y reactivó, después de 17 años de inactividad, la planta tratadora del Fraccionamiento Canadá. Obras concretas, no discursos, que devuelven a Matamoros la idea de que sí hay rumbo.
El ambiente del informe fue prueba de ese respaldo. El recinto se llenó hasta el último asiento y se tuvo que habilitar un segundo piso. Entre el público había familias, jóvenes, comerciantes y vecinos que no acudieron por obligación, sino porque reconocen que la ciudad se está moviendo. Frente a eso, la oposición parece repetir su guion sin convicción, como quien no encuentra otro argumento que la edad del alcalde.
La política, sin embargo, no se juega solo en lo local. El gobernador Américo Villarreal Anaya envió al secretario general de Gobierno, Héctor Joel Villegas, para representar a su administración. El gesto, más que protocolario, fue un espaldarazo claro de que Matamoros forma parte de la transformación estatal y Granados no está solo en esta ruta.
Lo ocurrido en la ciudad no es un hecho aislado, sino una muestra del relevo generacional que comienza a abrirse paso. Donde hubo abandono, ahora hay obra pública; donde hubo promesas incumplidas, hoy hay resultados medibles. El cambio ya no se mide en discursos, sino en calles pavimentadas, tuberías reparadas y servicios que vuelven a funcionar después de años de indiferencia.
Matamoros escribe, al menos por ahora, una historia distinta. Y sus opositores, atrapados en la inercia de viejos argumentos, parecen no haber comprendido que la juventud de Granados, lejos de ser su flanco débil, es la pieza que explica la energía con la que está trabajando en la ciudad.