El deslinde de Morena

Fuentes fidedignas. Por Isaías Álvarez
Hay momentos que no necesitan ser traducidos para entenderlos. Lo dicho ayer por la dirigencia de Morena en Tamaulipas no fue un deslinde, fue un sepulcro.
“El Verde ya tomó su ruta y definió sus cartas”, dijeron. Traducción: gracias por participar, aquí se acabó el subsidio político. Porque eso ha sido el Partido Verde en Tamaulipas, un satélite, un huésped, un beneficiario del voto guinda, muy alejados de la fuerza que presumieron el sábado pasado.
Dicen que van solos, que se están organizando, que tienen cuadros, pero los números no mienten, en cambio los discursos sí. En las elecciones pasadas, Morena obtuvo más de 700 mil votos; el Verde, apenas 51 mil. ¿De verdad alguien en su sano juicio cree que eso les alcanza para sobrevivir sin el brazo protector de la coalición?
Y sin embargo, armaron su teatro destapando candidaturas para 2027 y 2028 como si ya tuvieran asegurado el futuro. Promoviendo afiliaciones en nombre de la “cuarta transformación” cuando evidentemente ya no forman parte del movimiento. Usando operadores, consejeros y hasta al presidente municipal que llegó al cargo por la vía de Morena. Con la misma desvergüenza con la que se recicla un spot de campaña.
Casandra de los Santos, por ejemplo, consejera estatal morenista, quien obtuvo 883 votos en la interna de 2022, hoy encabeza afiliaciones para el Verde como si nada. Carlos Peña Ortiz, dos veces candidato de Morena, ahora preside actos verdes con empleados municipales incluidos. ¿Alguien los irá a llamar a cuentas?
Preguntaron ayer si esas acciones serán investigadas por la Comisión de Honestidad y Justicia. La respuesta fue: “Si nos lo piden, daremos las pruebas.” Como quien espera que alguien más limpie la casa. Lo cierto es que el Verde ha cometido el pecado político más evidente de todos: querer seguir succionando -por decirlo amablemente- de la 4T sin pagar el costo de la lealtad.
Y si a eso se le suma la descarada anticipación electoral —candidaturas dos años antes del calendario—, estamos hablando de algo más serio: violaciones potenciales a la ley electoral. Pero hasta hoy nadie ha levantado la mano. Ni el INE ni el IETAM. Ni los mismos que antes se desvivían por acusar actos anticipados cuando las corcholatas hacían giras, hasta parece que fueran amigos del verde los prianistas.
El Verde puede seguir fingiendo que está en la jugada, pero los hechos lo desmienten. Morena ya dejó claro que no serán parte de sus estructuras ni de sus actos. Les prestaron cuadros, sí. Pero ahora les piden que los regresen. Y sin eso, lo dijeron textual: “son solo un cascarón, por dentro no hay sustancia real.”
Esta historia tiene destino escrito. El Verde en Tamaulipas, sin Morena, va directo a desaparecer. No por persecución, ni mucho menos por censura; por simple aritmética, por haber confundido un beneficio que les fue otorgado con fuerza política. Por creer que se puede construir poder desde el oportunismo y no desde el territorio.
Mientras unos hacen afiliaciones a la sombra, otros caminan cada colonia, plaza y casa. Y en este país, y especialmente en este estado, el que no pisa tierra, se entierra solo. Morena al fin se desmarcó de los makiavelicos y sus secuaces; esperamos que mínimo por dignidad, los que aun siguen en el guinda, presenten su renuncia a la brevedad.