Cuatro años de Gattas

Fuentes fidedignas. Por Isaias Alvarez
El día de ayer, Eduardo Gattás Báez rindió su cuarto informe de gobierno como alcalde de Ciudad Victoria. Puede sonar raro escuchar que un ayuntamiento diga ‘cuarto informe de gobierno’, pero tiene lógica: en el estricto sentido de rendir cuentas, el edil lo ha hecho cuatro veces. Y al final, la frase que mejor resume la escena es clara: informar no es un acto aislado, es un ejercicio continuo, y Gattás lo ha cumplido con puntualidad, incluso cuando muchos pensaron y aseguraron que no llegaría tan lejos.
Lo interesante no está únicamente en las cifras o en las obras enlistadas, sino en la evolución política del propio alcalde. En estos años ha pasado de ser un actor político ‘vulnerable’ —blanco de ataques internos y externos— a consolidarse como una figura difícil de derribar. Sus detractores, desde un secretario del Trabajo millonario con ansias de poder hasta el persistente “Tico” García, el eterno candidato, han quedado rezagados en esa carrera. Gattás sobrevivió a todas las embestidas y, en el terreno político, eso ya es un triunfo.
El costo de resistir tanto desgaste habría sido alto si la gestión se hubiese extraviado en soberbia o desatención. Pero el alcalde parece haber tomado nota: hoy se le percibe más en la calle, más en contacto con la gente y más enfocado en sus tareas. La narrativa de que la capital estaba destinada al abandono ya no tiene el mismo retumbe. La perseverancia —y quizá también la fe que él mismo presume— parece que lo han mantenido en pie.
Claro, la administración no está exenta de críticas ni de áreas pendientes, pero el mensaje entre líneas del informe no es menor: la capital demuestra fuerza porque su edil aprendió a sobrevivir, y quien sobrevive se convierte en referente. A estas alturas, pretender derribarlo parece más una ilusión que una estrategia.
Enhorabuena para Gattás, porque más allá de las cifras, lo que ayer se celebró fue la confirmación de que su estilo aferrado, persistente y hasta combativo lo mantiene en el lugar donde muchos ya lo habían dado por perdido.