¿Quién sobrevivirá al nuevo orden mundial?

Sin Filtros; por Brenda Ramos
A menos de una semana del acuerdo entre Claudia Sheinbaum y Donald Trump, los movimientos en el gabinete federal y las señales que manda la dirigencia de Morena confirman que aquella llamada de 40 minutos no fue solo una negociación arancelaria, sino el intento de la presidenta por mantener a México en una posición estratégica en el nuevo orden mundial. Y si bien la inquilina de Palacio logró contener los aranceles por noventa días, en tiempos donde Estados Unidos reactiva su doctrina de America First, cada acuerdo tiene un costo. ¿Qué se negoció realmente? Tal vez no lo sepamos aún, pero el precio de esa llamada lo pagarán quienes no logren adaptarse al nuevo orden… pobres de aquellos que ni siquiera vean que ya empezó, porque sus carreras políticas no van a sobrevivir.
El bisturí del nuevo régimen
Apenas se enfriaba el teléfono de aquella conversación de 40 minutos, cuando vino el primer reacomodo: la Unidad de Inteligencia Financiera cambió de mando. La llegada de Omar Reyes Colmenares, un perfil técnico y leal al círculo de García Harfuch, deja en claro varias cosas, primero, que la presidenta está empoderando a su hombre de confianza, la UIF deja de ser una oficina técnica aislada y se convierte en el brazo de Omar que hoy domina las decisiones de seguridad nacional.
Segundo, traza una línea de sucesión: si Harfuch es el favorito de Claudia Sheinbaum, el control de las finanzas ilícitas desde ahora es parte de su ruta al 2030, donde todo adversario puede ser investigado. Y tercero, manda un mensaje directo a Estados Unidos: la presidenta ha puesto a un leal en la silla que más interesa a Washington, para que la cooperación bilateral en lavado de dinero no quede en discurso, sino en acción para demostrar que México está actuando en serio contra el lavado de dinero y el financiamiento del crimen organizado pues Washington está exigiendo no solo cooperación, sino resultados concretos.
La UIF, bajo nuevas órdenes, podría ser el verdadero termómetro de lo que se pactó en esa conversación de 40 minutos.
Los primeros en caer
Con el nuevo mando en la UIF, el primer blanco no sería externo, sino interno. El aparato se enfilaría hacia quienes representen un riesgo político para México con Estados Unidos, sobre todo si están dentro de MORENA o ligados al partido: figuras con poder territorial propio, operadores con acceso a estructuras clientelares, actores ligados a antiguos aliados en declive y perfiles que, por su trayectoria o autonomía, resulten incómodos para el nuevo bloque dominante. El objetivo no es solo disuadir, sino reordenar las lealtades de cara al 2028 y blindar el camino rumbo a 2030.
A estos perfiles, la UIF podría comenzar a revisarles sus declaraciones patrimoniales, sus vínculos con contratistas locales, sus redes de financiamiento político, el origen de sus bienes o las transferencias relacionadas con empresas fachada. El mensaje es claro: en el nuevo orden, quien no se alinee o pretenda construir fuera de la lógica del poder central, será auditado. El bisturí financiero seleccionará con precisión quirúrgica.
El ojo de la UIF también apunta a Tamaulipas
En la lucha por definir la sucesión de poder en 2028 y más allá, Tamaulipas se vuelve una pieza estratégica. El estado no solo representa una frontera crítica para la política bilateral con Estados Unidos, sino también un tablero interno donde convergen varios de los actores más incómodos para el nuevo bloque dominante. En este contexto, la Unidad de Inteligencia Financiera no solo será un instrumento técnico, sino político: el bisturí que permite neutralizar a quienes aún conservan estructuras paralelas de poder.
El ala política vinculada a Adán Augusto López se perfila como uno de los objetivos centrales. Equipos como el del senador José Ramón Gómez Leal, la exalcaldesa Maki Ortiz, su hijo Carlos Peña Ortiz —actual presidente municipal de Reynosa—, y las diputadas federales Casandra de los Santos y Claudia Hernández, entre otros, representan nodos de operación que no responden plenamente al nuevo centro de mando. Desde contratos públicos hasta triangulaciones financieras, todo puede ponerse bajo revisión.
Por otro lado, el auge de Matamoros con su nuevo puerto no es una coincidencia, es parte de una estrategia mayor donde Tamaulipas se vuelve pieza clave en el ajedrez comercial de América del Norte, incluso la presidenta lo reconoció. Además, con Altamira consolidado como centro energético e industrial, y Nuevo Laredo como el principal cruce terrestre hacia Estados Unidos, el surgimiento de Matamoros como puerto marítimo abre un triángulo logístico de alto valor estratégico.
En este contexto, la política de «America First» de Donald Trump que busca reposicionar las cadenas de suministro fuera de China, convierte a México —con sus ventajas geográficas—en el puente ideal. Por ello, estos tres puntos del estado son observados con lupa desde Washington: no solo mueven mercancías, también mueven poder. Quien controle estos corredores, tendrá voz en las grandes decisiones que vienen.
Finalmente, en cuanto a la violencia que resurge en Reynosa tras el asesinato del delegado de la FGR Ernesto Vázquez Reyna, seguido por el gran incendio en una recicladora el día de hoy, es el tipo de coyuntura donde figuras como Omar García Harfuch podrían ser consideradas para intervenir. Se vislumbra muy cerca su llegada Tamaulipas, como ha ocurrido ya en otros estados, donde el gobierno federal ha decidido actuar.
Pero esto no ha terminado. En breve, seguiremos analizando el futuro de Tamaulipas, porque si algo ha dejado claro de este nuevo orden mundial, es que solo quienes lo entiendan, podrán sobrevivirlo políticamente.