Los pecados del PAN

La Comuna
José Ángel Solorio Martínez
La oposición panista tamaulipeca, cada vez se ve más disminuida. El cabecismo sigue agonizando, en tanto diversos grupos pretenden levantar esa bandera que tantos triunfos les dio, no despuntan: buscan reagrupar un PAN en el estado, que cada vez es de mayores insignificancias.
Los seguidores de Cabeza de Vaca están desanimados.
Y desmoralizados, es decir: sin moral.
El diputado Ismael García Cabeza de Vaca, tiene tantas inasistencias al Congreso local como legislador, que no pinta en los debates parlamentarios; ni él, ni sus correligionarios que se la pasan descansando en sus curules, recuerdan para qué los puso ahí su partido.
Triste escenario para los azules.
Desde su Comité Ejecutivo Nacional, hasta el Comité Directivo Estatal, son piezas irrelevantes en el paisaje nacional y local; sus propuestas son de una pobreza política de pena y sus acciones se tropiezan con una realidad que los rebasó.
En forma terca y empecinada, continúan enfrentando con odio y rabia las políticas sociales de la IV T y su Segunda Piso, que no han quitado ni una pluma a sus presidentes, y sí han sido ubicados como enemigos del pueblo y en algunos casos de traidores a la patria.
La derecha, es tozuda.
No quieren entender que lo que puede salvarlos del desastre es moverse al centro, ligeramente a la izquierda, para no verse tan reaccionarios ni radicalmente conservadores.
No se han ubicado estratégicamente en el espectro político nacional.
El gran error histórico del panismo fue entregarse en cuerpo y alma a la defensa y promoción del neoliberalismo. Uno de sus principales personajes que entregó los principios de una derecha moderada y racional, a los grupos anti-nacionales fue Diego Fernández de Ceballos. El jefe Diego desmanteló toda urdimbre partidista democrática, entregándose al presidente Salinas y convirtiendo la oposición azul, leal a las oligarquías imposibilitando cualquier intento de crear un amplio bloque opositor.
Tiempo después llegaría otro personaje que envilecería al PAN y sus políticas: Felipe Calderón. No sólo continuó con la demolición del partido; profundizó las prácticas de Fernández de Ceballos, entregando parte del estado a los grupos antisociales y convirtiendo los Poderes, en extensión de los intereses de los grandes oligarcas mexicanos.
Ni uno sólo de los grupos panistas del país, ha convocado a la reflexión que requiere tan urgentemente un partido que se desmorona día a día.
Escuché con mucho interés, en su momento, algunos discursos del panista yucateco, Carlos Castillo Peraza. Como pocos militantes, era un personaje opositor culto y de propuestas racionales. Pausado y sereno, fue el último de los grandes e inteligentes, ideólogos del PAN.
Ahora, tienen aquí al Cachorro Cantú; y allá, a Marko Cortés.
Algo están pagando los panistas.