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Futuro hídrico

Fuentes fidedignas. Por Isaías Álvarez

El caso Cabeza de Vaca ya no es solo un capítulo del pasado reciente, sino una bomba judicial que comienza a detonar. Más de 343 millones de pesos desaparecidos de la Secretaría de Salud durante su sexenio, contratos amañados, adjudicaciones ilegales, proveedores fantasma y la complicidad abierta de altos mandos como Gloria Molina Gamboa, Horacio García Rojas y Aguilar Poegner. Fueron setenta denuncias, catorce de ellas penales, reveladas por el director jurídico de Salud del actual gobierno, pero el tema apenas inicia.

Y mientras el lodazal sale a flote, otro frente del estado empieza a edificar futuro. Ciudad Victoria, tras años de espera y racionamiento, vio colocarse la primera piedra de la segunda línea del acueducto Guadalupe Victoria. Son 1,800 millones de pesos, 54.7 kilómetros de tubería de acero, un caudal adicional de 750 litros por segundo y una nueva planta potabilizadora. Todo para garantizar agua por 50 años a la capital del estado.

Hubo ingeniería, planificación, gestión y, sobre todo, respaldo federal. Claudia Sheinbaum incluyó el proyecto en el Plan Nacional Hídrico. Américo Villarreal —honrando la memoria de su padre, que construyó la primera línea— ahora responde con hechos a una demanda histórica.

Y si en Victoria se proyecta agua para las próximas generaciones, en Matamoros hay quien ha reparado, en menos de un año, lo que cinco administraciones dejaron pudrir. Beto Granados no encabeza un gobierno perfecto, pero sí uno que trabaja diario, uno que hace lo que los demás solo prometieron. En diez meses, su equipo rehabilitó 123 caídos. La cifra no sería impresionante si no supiéramos que cinco alcaldes anteriores, juntos, no llegaron a eso ni sumando sus gestiones.

Los caídos son más que drenaje colapsado. Son el emblema de una ciudad ignorada, un síntoma urbano del abandono político. Y ahí está un alcalde joven, sin padrinos ni herencias políticas, enfrentando ese síntoma sin discursos, sin campañas anticipadas, sin operadores. Solo con equipo, ejecución y voluntad.

Desde esa gestión local pasamos a otra escena, más visible pero igual de significativa, la frontera que se ofrece como plataforma logística del país. Carmen Lilia Canturosas, alcaldesa de Nuevo Laredo, junto al alcalde de Altamira, Armando Martínez participaron en la misión comercial con empresas de Estados Unidos y Canadá en donde se presentaron proyectos estratégicos —Puerto Norte, Puerto Seco, conectividad ferroviaria, energías limpias— ante más de cien compañías de sectores clave.

La frontera no se limita a procesar exportaciones. También quiere protagonizar el nearshoring, atraer inversiones, consolidar cadenas de valor. Mientras la economía global reconfigura sus flujos y México valora aplicar aranceles a productos chinos, Tamaulipas se alinea con lo que viene, ser nodo, no solo paso.

Y en medio de estas acciones locales y estatales que operan con intención, el escenario nacional sigue mostrándose como un teatro disfuncional. En el Senado, Alejandro “Alito” Moreno agredió físicamente a Gerardo Fernández Noroña. Puñetazos, gritos, empujones y zapes. Todo al terminar el himno nacional, fue una postal de la decadencia parlamentaria.

Al mismo tiempo, Ricardo Salinas Pliego recalibra su presencia pública. Ya no se limita a pelear con el SAT o a burlarse en redes sociales. Se posiciona como actor político de oposición. El dinero ya lo tiene; ahora quiere poder. En paralelo, el gobierno federal dibuja un nuevo tablero comercial con Asia, endureciendo su posición ante China. La frontera —otra vez— será campo de prueba.

Tamaulipas parece girar en otra dirección, mientras los senadores se insultan y los magnates se reposicionan, en ciudades como Victoria, Matamoros, Altamira y Nuevo Laredo, las administraciones se ocupan en gobernar.

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