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Cuatro reuniones con Harfuch

Sin Filtros; por Brenda Ramos

Harfuch lleva 10 meses al frente de seguridad pública, dejo la narrativa de abrazos no balazos atrás y se puso a ordenar la casa. Ayer se reunió con el gobernador de Tamaulipas, Américo Villarreal, por supuesto los temas de la agenda fueron la seguridad.

La relación entre ellos no es nueva, septiembre y noviembre de 2024, mayo de 2025 y ahora, 12 de agosto de 2025, han marcado sus encuentros. Cuatro citas que delinean un patrón de cercanía operativa. En este nuevo capítulo aparece Willy Zúñiga, quien ha caminado de la mano con Harfuch desde que formó parte de su equipo de investigadores y fiscales en la Ciudad de México, cuando él encabezaba la seguridad capitalina. Hoy, Zúñiga al frente de la vocería de seguridad en Tamaulipas, cierra un círculo de confianza que se traslada del ámbito federal al estatal.

¿De qué pudieron hablar el gobernador y el secretario? Lógicamente, de los datos que unas horas antes presentó en la mañanera Marcela Figueroa Franco, titular del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Figueroa Franco mencionó que, en julio, Tamaulipas registró 19 homicidios dolosos —el 0.9% del total nacional—, por debajo del promedio de 62.91 por estado. En el acumulado de enero a julio suman 129 casos, el mismo 0.9% del total del país, lejos de la media nacional de 461.53 por estado.

Pero las estadísticas no borran la otra cara del mapa, dicen los ciudadanos —sobre todo en la frontera—, pues acá aún hay rutas que se transitan con recelo, zonas donde la noche llega antes de tiempo y comunidades que todavía esperan sentir el cambio en su entorno. Es un panorama que Harfuch y Américo no desconocen, y que, precisamente eso, motiva sus reuniones recurrentes para trabajar, coordinarse, montar estrategias y fortalecer la colaboración entre el estado y la Federación.

Ese contraste entre lo que dicen las cifras y lo que vive la gente es, justamente, el que obliga a pasar de las mesas de trabajo a las acciones concretas, porque nadie quiere vivir con inseguridad; sería ilógico pensar que el doctor Américo desee eso para el estado donde él mismo vive. De ahí que, a finales de julio, encabezara la entrega de 330 nuevas patrullas para reforzar la vigilancia: 70 destinadas a San Fernando, 63 a Miguel Alemán con el arranque de nuevas “Estaciones Seguras”, y 18 para Nuevo Laredo junto con una ambulancia y una unidad para la Guardia de Género.

Por supuesto, recordar las cifras no borra el asesinato del exdelegado de la FGR, Ernesto Cuitláhuac Vázquez Reyna. Pero seamos sinceros, esa violencia no surge de un día para otro, es la cosecha de años. Ahí están los antecedentes donde la propia fuerza pública fue victimaria, como la masacre de Camargo en 2021, perpetrada por elementos de la unidad estatal GOPES: 12 policías fueron procesados y 11 recibieron condenas de 50 años.

En ese entonces, Gerardo Peña —plurinominal por Reynosa y pieza del gabinete cabecista— optó por el silencio: no se le escuchó exigir una investigación a fondo, acompañar a las víctimas ni pedir sanciones ejemplares contra los GOPES. Hoy, en cambio, pretende convertir el luto en tribuna para “incentivar la denuncia”; así vuelve a llevar agua a su molino y termina disparándose en el pie. Esto, pues conviene recordar el contexto, Francisco García Cabeza de Vaca jefe de Gerardo fue alcalde de la ciudad y bajo su mandato se multiplicaron los señalamientos sobre la penetración criminal en la vida pública, Reynosa se degradó; el relevo municipal recayó en la entonces panista Maki Ortiz y, después, en su hijo Carlos “Makito” Peña, cuyos silencios y omisiones abonaron a la descomposición de la ciudad, que termino en una violencia magnificada cuando llegaron al poder en 2016.

Por eso, no será la última reunión entre ambos —y eso ya es buena señal—. Mejor señal aún será verlo en Tamaulipas; todo indica que ese capítulo se escribe pronto.

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