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Gentrificación desata tensiones en la Condesa y Roma

Por Redacción Sentido Común.

Ciudad de México, 12 de julio de 2025.– Lo que en los años noventa era una zona de alquileres accesibles, hoy se ha transformado en un enclave de lujo casi inalcanzable. La gentrificación en las colonias Condesa y Roma ha disparado los precios de la vivienda hasta en 4,500 dólares mensuales, desatando inconformidad social y protestas que han visibilizado el impacto de este fenómeno en el tejido urbano y social de la capital mexicana.

El actor cubano-mexicano Pedro Luis Sicard, quien llegó a la ciudad en 1995, recordó cómo las rentas en la zona rondaban los 100 dólares por una casa de tres recámaras. Hoy, por ese mismo tipo de vivienda, plataformas inmobiliarias reportan precios entre 1,500 y 4,500 dólares, impulsados en parte por la llegada de nómadas digitales tras la pandemia.

“Pasamos de una colonia vacía tras el sismo del 85 a un barrio exclusivo. Antes vivían familias, hoy son departamentos para extranjeros”, comentó Sicard, cuya vivienda —ubicada en la Roma— fue vandalizada durante la protesta del 4 de julio, donde manifestantes pintaron mensajes como “Fuera gringo”.

El arquitecto e investigador de la UAM, Saúl Alcántara, advirtió además sobre la demolición descontrolada de edificios del siglo XX, patrimonio de zonas como Condesa, Roma y Juárez, que están siendo reemplazados por desarrollos comerciales sin regulación clara. “No me opongo a la gentrificación, pero debe ser planificada. Si no, se pierde identidad, vecinos y memoria”, señaló.

Según cifras del Proyecto del Programa General de Ordenamiento Territorial (PGOT), en la Ciudad de México se registran más de 20,000 desplazamientos por año, aunque expertos estiman que el número real es aún mayor debido a la falta de regulación en el uso de suelo.

El fenómeno no es ajeno a los beneficios económicos. David Portillo, chef de un restaurante en la calle Orizaba, reconoce que la gentrificación ha impulsado las ventas, aunque admite que vivir en la zona “es imposible para el mexicano promedio”. Tras la protesta, su local registró daños superiores a los 6,000 dólares.

“El problema seguirá mientras haya quien pueda pagar estos precios. Y si se van los extranjeros, los negocios seguirán cobrando lo que les conviene”, concluyó.

La transformación urbana continúa, pero con ella crece también el debate sobre quién tiene derecho a habitar la ciudad y en qué condiciones.

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