
Sin Filtros; por Brenda Ramos
Como cachetada con guante diplomático, así les cayó el desmentido de la Embajada de Estados Unidos a los mitómanos. Solo tres semanas les duró la narrativa de una supuesta lista, presuntamente emitida por el Departamento de Estado, que afirmaba la cancelación de visas a varios políticos mexicanos por presuntos vínculos con el crimen organizado.
Era tanta la fuerza del rumor —rebotado por medios, voceros anónimos y redes coordinadas— que la Embajada tuvo que intervenir para detener el daño. Emitieron un breve, pero demoledor comunicado en el que desactivaban toda la construcción mediática: no existía ninguna lista oficial, ningún proceso en curso, ni cancelaciones de visa por motivos criminales.
En un solo párrafo, sepultaron una estrategia millonaria que incluía recursos digitales, campañas negras, diseño gráfico, notas sembradas y voceros a sueldo,quedando como lo que son: fabricantes de farsa, traficantes de rumores, especialistas en lodo con disfraz de analistas.
Las mentiras involucraron al menos 44 nombres cuidadosamente seleccionados. Entre ellos, figuras clave como Américo Villarreal, Layda Sansores, Samuel García y Ricardo Monreal… La jugada era clara: primero instalar el golpe a nivel nacional, sembrar la desconfianza desde el extranjero, y después rematar desde lo local, especialmente en Tamaulipas, donde la obsesión de abeza de Vaca por la gubernatura del 2028 ha desatado una guerra sin escrúpulos.
Los mitómanos mostraron que son capaces de mentirle al país entero con tal de conquistar por difamación lo que no pueden ganar con votos. Pero no actuaron solos: tuvieron detrás una estructura bien aceitada, con operadores de guerra sucia, medios a modo, redes de bots y mucho cinismo. No cualquiera fabrica una mentira así. Hace falta experiencia, como la que tienen quienes impulsaron campañas como «AMLO es un peligro para México» o «El narco está en el poder».
Frases que, por cierto, fueron repetidas por Maki Ortiz y Cabeza de Vaca, líderes del grupo político que también integran José Ramón Gómez Leal (cuñado de Cabeza), Carlos Peña Ortiz (hijo de Maki), Claudia Hernández y Casandra de los Santos. Todos ellos forman parte de la misma estructura, enemigos del gobernador, con cuentas pendientes que no han podido saldar ni en las urnas ni con trabajo público.
Por eso ahora no dudamos que recurran a lo que les queda: una guerra sucia, que también está dirigida a los aliados del Doctor. Al alcalde de Matamoros, Beto Granados, por ejemplo, también aparecía en la lista de a quienes supuestamente les habían quitado la visa. La calumnia persistió incluso después de que él mismo lo desmintiera públicamente. Siguieron insistiendo, aferrados a una narrativa insostenible, hasta que —como dijimos al inicio— fue la propia Embajada de Estados Unidos quien desmontó la farsa. Aun así, al verse exhibidos a nivel nacional, optaron por mentir de nuevo: ahora dicen que el alcalde dejará el cargo.
Este fue apenas el primer capítulo de una serie de mentiras que seguirán fabricando contra el Doctor, contra Beto Granados o contra cualquiera que se interponga en su obsesión por el poder. Por eso, a la audiencia solo le decimos una cosa: si mintieron con la lista, si inventaron lo de las visas, si manipularon diciendo que el alcalde iba a renunciar, ¿qué más están dispuestos a inventar los mitómanos? ¿O de qué más serán capaces ahora que se dieron cuenta de que ya nadie les cree?