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Jr va en contra de Claudia, Harfuch y Américo

Sin Filtros; por Brenda Ramos

El senador José Ramón Gómez Leal, ese político mustio que siempre ha preferido operar en la sombra, callado de frente y traidor por la espalda, sorprendió esta semana. Nunca lo imaginamos tan temerario, tan lanzado. Porque lo que declaró en cuestión de seguridad contra Tamaulipas fue una evidente ruptura con la presidenta Claudia Sheinbaum y con Omar García Harfuch, a quienes no solo contradice, sino que deja, sin titubeo, como si fueran mentirosos.

Dijo, sin rubor, que en Tamaulipas “no hay condiciones de seguridad adecuadas”, que el gobernador Américo Villarreal está ausente de los municipios, que toda la responsabilidad es suya y, para rematar, citó a la propia Sheinbaum: “donde hay inseguridad es porque el gobernador no se mete al 100 %”.

La frase de la presidenta usada como misil para dinamitar su propio discurso. Mientras Claudia Sheinbaum y Harfuch presentaban en la mañanera del 10 de junio las cifras de 92 homicidios dolosos en cinco meses, apenas el 0.9 % del total nacional, una caída en los asesinatos diarios de 86.9 a 64.5, el nivel más bajo desde 2016, JR salía a escena para decir que todo eso era una mentira disfrazada de estadística.

Y ahí es donde el cinismo toma forma. ¿De verdad JR cree que está mal la seguridad? ¿O solo necesitaba atacar justo donde más le duele a Claudia y a Harfuch, para pagar una factura pendiente?

Detrás de su discurso, hay cálculo. Y el cálculo tiene nombre y apellidos: Adán Augusto López y Andy López Beltrán. Ambos siguen dolidos por lo que ocurrió en Reynosa, cuando Harfuch intervino con fuerza, desmanteló células, tocó intereses intocables y manejó el caso del grupo fugitivo. El operativo fue exitoso, pero les dolió. Sintieron que estaban perdiendo Tamaulipas.

Y claro, mandaron a su peón, a su ficha, A su operador fiel, sin luz propia pero con apellido útil: JR. El mismo que hoy sueña con la gubernatura de Tamaulipas. Porque esa es la meta. Y como no tiene estructura, ni números, ni simpatía, prefiere dinamitar a los suyos para abrirse paso.

El plan es simple: golpear la seguridad, poner en duda los logros federales, minar la confianza interna y debilitar al gobernador. Todo para generar un escenario de caos que lo posicione como “la opción”. Y asegurar la alcaldía de Reynosa para su aliada, la diputada Claudia Hernández, o para su sobrina, Sofía García Gómez, hija del exgobernador panista Francisco García Cabeza de Vaca.

Sí, Cabeza de Vaca. El mismo al que JR defendía con pasión cuando Tamaulipas estaba en llamas. El mismo al que acompañaba en las mesas de seguridad y luego iba a visitar a los líderes de la Columna Armada Pedro J. Méndez, como si fueran parte de su estructura territorial. Entonces no había quejas, no veía crisis, no pedía rendición de cuentas.

Hoy, en cambio, se rasga las vestiduras. Habla de abandono, de inseguridad y de responsabilidad. Pero no por honestidad, sino por interés. Porque atacar a Claudia Sheinbaum y a Harfuch en seguridad no es casualidad, es sabotaje. Es reventar desde dentro al único secretario que no le rinde cuentas al lopezobradorismo radical. Y lo hace justo cuando la presidenta necesita cerrar filas.

La oposición, por supuesto, celebró. El PRI y el PAN no tardan en citar a JR como prueba de que las cifras del gobierno federal son falsas. Y él, feliz, les dio la frase: “Tamaulipas está mal”, aunque las estadísticas digan otra cosa.

Humberto Prieto, presidente del Congreso local, no se la dejó pasar: “Tal vez sus asesores le dieron las estadísticas de su cuñado…”. Y no se equivocó. JR sigue viendo Tamaulipas como una finca familiar. Como un botín político que se hereda entre hermanos, sobrinos y compadres.

La traición no es ideológica, es estratégica. Y en Morena, la lucha por el poder no respeta mañaneras, ni cifras, ni presidentes. Mucho menos a un secretario que se atrevió a limpiar donde otros solo pactaban.

Por eso lo odian. Por eso lo atacan.
Y por eso mandaron a JR, el senador mustio, a incendiar la casa con tal de quedarse con las llaves.

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