Se equivocaron de delincuentes

Sin Filtros; por Brenda Ramos
Pasan los días y una cosa queda clara: hay quienes piensan que ejercer autoridad es lo mismo que intimidar. Que el cargo público les da derecho a imponer respeto por la fuerza. Pero lo único que logran con eso es provocar lo contrario: hartazgo, burla y rechazo.
Esta semana que cierra tuvo imágenes que definen a la perfección esa torpe manera de “gobernar con uniforme”: la Comisión Federal de Electricidad llevó a cabo operativos en Reynosa, Río Bravo y Matamoros, acompañada de elementos armados. En teoría, iban a revisar instalaciones y detectar diablitos. En los hechos, lo que generaron fue miedo. Comerciantes y ciudadanos grabaron cómo las camionetas de la CFE recorrían calles con militares y agentes de la FGR como si se tratara de un operativo contra el narco. Lo que buscaran no justifica el despliegue, porque no se combate la corrupción de un medidor asustando a medio barrio.
No se trata de defender el robo de luz, pero sí de cuestionar los métodos. ¿De verdad hace falta llegar con escolta armada a inspeccionar una papelería o un puesto de tacos? ¿Dónde está esa misma fuerza cuando las colonias denuncian extorsiones, robos o balaceras? Ahí, el operativo nunca llega. O llega tarde, o no llega completo. Lo que se vio fue más un espectáculo de poder que una estrategia de justicia.
Y si de intimidación hablamos, lo que ocurrió en Reynosa con una automovilista es el ejemplo perfecto. Por una falta vial menor —de esas que ocurren a diario en una ciudad con semáforos inservibles y baches a cada cuadra— llegaron varias unidades de Tránsito. Ella transmitió en vivo, se le notaba nerviosa, no entendía por qué tantos agentes ni por qué le pidieron las llaves de su auto para hacer una llamada, nosotros y cientos de personas más tampoco entendimos.
Las redes se llenaron de comentarios críticos contra los agentes de tránsito que aplicaron todo el peso de la ley a una infracción común tratada como si se hubiera intentado robar un banco.
Es ofensivo que mientras las autoridades alegan falta de recursos para patrullar, para atender reportes de inseguridad o para apoyar labores de bacheo, sí tengan tiempo, gasolina y elementos disponibles para levantar infracciones con despliegue de película. Lo que ocurrió con esta mujer es una muestra del desbalance en la lógica operativa de quienes deberían servir, no asustar.
Pero ese abuso de autoridad tarde o temprano tiene una reacción de hartazgo y fue justo lo que Carlos Peña Ortiz tuvo que soportar el día de hoy en una reunión de MORENA en Reynosa.
Vale la pena comentar el suceso que no pasó desapercibido. Al alcalde Carlos Peña Ortiz le tocaron no los reflectores, sino los abucheos de la militancia que le gritaba ¡Fuera,fuera! Siendo —para quien quiera verlo— una forma de respuesta a las dos ocasiones en que a la mala paso por encima de militantes para quedarse con la candidatura a la alcaldía.
Sin duda que pasó muy mal momento y se dio cuenta que los bots no lo protegen del reclamo de la militancia de MORENA, cosa que hasta la misma presidenta Claudia Sheinbaum observó hace semanas cuando también lo abuchearon pero esta vez fueron ciudadanos sin intereses políticos.
Porque el pueblo es bueno y sabio, pero no tonto. Tampoco es delincuente. Lo que vimos esta semana —desde los operativos desmedidos, hasta el abuso de tránsito y los abucheos— no son incidentes aislados, y eso es preocupante pues las autoridades están olvidando a quienes deberían servir y contra quienes deberían actuar.