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Makito y Cabeza: los protegidos del Poder Judicial

Sin Filtros; por Brenda Ramos

La inminente renovación del Poder Judicial en Tamaulipas marca el principio del fin para la red de jueces que sirvieron como paraguas político: cobijaron al que huía, al que fingía, al que robaba con corbata y al que simulaba ruptura mientras pactaba impunidad. Durante años, esa red protegió al exgobernador Francisco García Cabeza de Vaca… y a su alumno más aplicado: Carlos Peña Ortiz. El manto protector de uno, llega hasta el exilio texano, otro a la alcaldía de Reynosa, pero ambos bajo la misma sombra judicial que hoy está a punto de disiparse.

Son por lo menos dos jueces al servicio de Cabeza de Vaca y de Makito.

La jueza Adriana Yolanda Vega Marroquín, del Juzgado Octavo de Distrito, no solo fue quien resucitó políticamente a Carlos Peña —al devolverle, vía suspensión definitiva, los derechos político-electorales que ya no alcanzaba a recuperar—; también fue quien en diciembre de 2023 ordenó cancelar la orden de aprehensión contra Francisco García Cabeza de Vaca, al considerar que la FGR no presentó evidencias suficientes por delitos de delincuencia organizada y lavado de dinero. Es decir, ella ha sido el muro de contención legal de los dos. A Carlos lo hizo candidato. A Cabeza lo volvió intocable. Y como si eso no bastara, instruyó incluso al juez de control de Almoloya de Juárez a borrar del expediente cualquier indicio de delito.

El juez Faustino Gutiérrez Pérez, titular del Juzgado Octavo de Distrito en Tamaulipas, en el caso de Cabeza, en agosto de 2023 le otorgó un amparo que le permitió conservar 36 escoltas y cuatro vehículos oficiales hasta 2028, a pesar de ya no tener cargo alguno. Esa decisión fue revertida por un tribunal, pero el favor quedó registrado. Antes, en el juicio de amparo 2477/2022, Gutiérrez Pérez ya lo había beneficiado al desestimar que existieran pruebas suficientes para procesarlo por delincuencia organizada y lavado de dinero.

Con Carlos Peña, su firma también ha sido crucial: en el expediente 3291/2022-4, el mismo juez le retiró la suspensión que lo protegía de una orden de aprehensión por enriquecimiento ilícito, luego de que el alcalde incumpliera un acuerdo judicial. Ambos han tenido en Faustino algo más que imparcialidad: han tenido respaldo político.

Por eso el miedo a la elección judicial, pues Peña Ortiz ha promovido al menos 24 amparos desde que empezó su carrera de escapismo legal debido a la orden de aprehensión que tiene activa, al igual que su padre arlos Peña Garza, debido a:

– Una cuenta con más de 903 mil dólares en Banregio desde 2015, sin estar dado de alta en el SAT.
– Un rancho de 1,500 hectáreas comprado por menos de su valor real.
– Tres identidades legales con la misma fecha de nacimiento.
– Depósitos por más de 17 millones de pesos, sin justificación fiscal.

Razones suficientes para que, ni Maki Ortiz, Claudia Hernández, Casandra de los Santos, José Ramón Gómez Leal u Olga Juliana dijeran una sola palabra cuando salieron a la luz los nombres de los jueces que han sostenido el andamiaje de impunidad de Cabeza de Vaca, porque al mover una ficha, se les cae todo el dominó y se les descubre el pacto.

Un pacto que incluye jueces, cargos, favores… y la ambición de quedarse con Reynosa tres años más, con la mirada puesta en la gubernatura. A ese acuerdo se han aferrado dos figuras que simulan distancia, pero comparten estrategia: Francisco García Cabeza de Vaca, desde el exilio; y Carlos Peña Ortiz, desde la alcaldía. Uno da órdenes, el otro las ejecuta, pero ambos dependen de la misma red judicial que hoy empieza a desmoronarse.

Cuando le nieguen su próximo amparo —y ese día se acerca—, Carlos Peña hará lo de siempre: buscar a quién culpar. Dirá que fue el gobernador, su gabinete, el Congreso… cualquiera menos él. Pero esta vez no le van a creer. Porque la foto que él mismo publicó ayer, sonriente al lado de Américo Villarreal, lo dejó sin narrativa.

Carlos, como su maestro Cabeza de Vaca, es mitómano por reflejo: se adelanta a los hechos con excusas, inventa persecuciones, distorsiona la realidad para victimizarse. Comparten estrategias, comparten jueces, comparten el gusto por disfrazar la verdad cuando les conviene. ¿Compartirán también el exilio? Porque esta vez, la coartada se les cayó antes de tiempo… una sola foto los dejó sin escape.

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