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Grupo Fugitivo: vivos salieron a tocar, vivos los queremos

Sin Filtros; por Brenda Ramos

La noche del 25 de mayo, cinco jóvenes músicos no salieron a delinquir ni a buscar problemas. Salieron a hacer lo que amaban: tocar. A ganarse la vida con su talento, con lo que sabían hacer, con lo que los volvía familiares en las colonias y protagonistas de las fiestas en Reynosa. El Grupo Fugitivo no llenaba estadios… todavía, pero sí llenaba de música y alegría cada rincón donde se presentaban. La música era su trabajo, su pasión, su forma de resistir, de soñar, de avanzar. Aquella noche, sin saberlo, también los llevó a tocar la última nota antes del silencio más largo de sus vidas.

La versión fue breve pero demoledora: los contrataron para una supuesta presentación en la colonia Riberas de Rancho Grande. Al llegar, encontraron un terreno baldío, y desde entonces nadie los ha vuelto a ver.

Las primeras 24 horas fueron de angustia muda, luego vinieron los gritos. Las madres, los hermanos, los amigos comenzaron a buscarlos con la desesperación que solo entiende quien ha esperado llamadas que no llegan. El lunes, las redes sociales se llenaron de rostros: Francisco Xavier, Nemesio Antonio, Livan Edyberto, Víctor Manuel, José Francisco. Todos jóvenes, todos músicos, todos desaparecidos.

Para el martes ya había fichas de búsqueda oficiales. La camioneta GMC negra en la que se transportaban apareció abandonada en la colonia La Cañada, sin impactos, sin señales de violencia, sin respuestas. Ese mismo día, las familias y la comunidad se movilizaron, primero frente a la Presidencia Municipal de Reynosa, luego entraron al edificio en busca de respuestas. No encontraron al alcalde, pero sí al secretario del Ayuntamiento y al vocero de comunicación social. Más tarde, la marcha continuó hasta el Puente Internacional Pharr. No fueron con coraje, fueron con música; llevaron trompetas, tarolas, pancartas. En lugar de consignas agresivas, hubo tambora y plegarias.

El miércoles se confirmó lo que todos temían: se habían encontrado rastros de sangre en el lugar donde presuntamente serían recibidos. La Fiscalía General de Justicia del Estado tomó muestras de ADN a los familiares. La investigación sigue activa. La Comisión Estatal de Búsqueda se mantiene en campo. Incluso colectivos ciudadanos como “Amor por los Desaparecidos” han estado presentes, así como miles de ciudadanos en redes y cientos que se han congregado para buscar.

Los contrastes en las entrevistas de esa mañana fueron evidentes. Por un lado, los familiares agradecieron el trabajo de la Fiscalía del Estado, del Gobierno de Tamaulipas y de la sociedad civil, que sin reflectores han acompañado cada paso. Por el otro, el alcalde Carlos Peña Ortiz afirmó que él y su equipo legal realizan los trámites correspondientes. La frase, aunque diplomática, contrastó con la realidad en las calles.

Porque cuando la gente acudió a buscarlo, el alcalde no salió. Solo el secretario del Ayuntamiento intentó dialogar, mientras que el vocero de comunicación social permaneció mudo, muy distinto al tono agresivo que suelen usar las cuentas afines al municipio para atacar con ferocidad a quienes critican la administración en redes sociales.

Y como suele pasar, los rumores no tardaron: que si ya aparecieron, que si están bien. Falsedades que solo aumentan la angustia. Afortunadamente, los propios familiares salieron a desmentir todo con una claridad dolorosa: siguen sin saber nada de ellos.

La tragedia cruzó fronteras. Medios como Univision y Telemundo difundieron el caso. No por su cobertura habitual de música regional, sino porque cinco músicos desaparecidos en una ciudad golpeada por la violencia es noticia por sí sola.

Mientras tanto, los instrumentos de los cinco siguen guardados: el acordeón en silencio, el bajo sin cuerdas, y una ciudad entera preguntándose qué más se tiene que romper para que aparezcan los que faltan.

¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!. Lo suplican sus familias, lo repiten sus amigos y cercanos, lo exige el pueblo, y desde este espacio, nosotros también los respaldamos y nos unimos a sus voces. Porque en una ciudad donde tanto se ha normalizado la ausencia, hoy más que nunca, la exigencia es una sola: que regresen, y que nadie más falte.

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