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Las devoradoras del presupuesto

Fuentes fidedignas. Por: Isaías Álvarez

En el gobierno de Reynosa parece que la realidad ya no se oculta, se factura. A nombre de la difusión, la transparencia y la cercanía con el pueblo, se están montando pequeñas escenografías digitales desde donde se extraen recursos públicos. El truco es viejo, pero sigue funcionando: se simula un servicio, se justifica con una factura, se cobra desde una red de confianza, y todo se disuelve en el anonimato administrativo.

Es el caso reciente que involucra a la jefa de la oficina del alcalde, Maricela Gutiérrez Rivas, y a la tercera regidora del Cabildo, Karla Luna González, quien, pese a gozar de un permiso para no presentarse físicamente a su encargo, mantiene viva —y muy activa— su influencia. No acude a las sesiones, pero sí ordena desde la distancia. No rinde cuentas, pero recibe jugosos beneficios.

El mecanismo fue ejecutado con precisión: una pareja de Río Bravo, sin trayectoria conocida en medios, crea una página de Facebook alcanzando apenas nueve seguidores. A los pocos días, emiten facturas que, sumadas, superan los 300 mil pesos. El concepto: difusión institucional. La página: “Tiempos Noticias”, un sitio que parece más una coartada que un proyecto informativo. Detrás de esa operación, un nexo directo con la familia de la regidora.

Este no es un caso aislado. Es solo uno de varios ejemplos de cómo han proliferado “plataformas de comunicación” que, con poco contenido y escasa o nula interacción, cobran como si tuvieran alcances masivos o desarrollarán información de interés. Las cantidades facturadas superan ampliamente lo que sus cifras de seguidores y contenido podrían justificar. La ecuación es escandalosa: a mayor opacidad, mayor ganancia.

Lo grave no es solo el desfalco, es la naturalización del esquema. Es que nadie cuestione por qué alguien que no trabaja en medios aparece de pronto emitiendo facturas a nombre del municipio. Es que las personas al frente de estos contratos no se molesten siquiera en disimular los vínculos familiares o personales. Es que, desde una oficina pública, se gestionen beneficios directos a un entorno privado sin el más mínimo pudor.

La regidora Luna forma parte —irónicamente— de la comisión anticorrupción. Y desde esa trinchera simbólica, ha encontrado el espacio perfecto para ausentarse sin consecuencias y operar a la distancia, mientras las dependencias hacen de sus estructuras canales para transferencias disfrazadas.

En medio de esta red de favores, el alcalde Carlos Peña Ortiz como siempre guarda silencio. ¿Ignora lo que sucede en su propia oficina o ha decidido mirar hacia otro lado? La confianza que ha depositado en dos de sus colaboradoras cercanas parece estar siendo utilizada para fines que contradicen los principios del partido que lo llevó al poder, a menos claro, que Makito sea cómplice.

El uso de recursos públicos debe tener una justificación clara. Pero en Reynosa, la justificación parece estar más en los vínculos personales que en las métricas de impacto. Lo que se difunde no es el mensaje del gobierno: es la evidencia de un sistema que, con palabras grandes y páginas pequeñas, se está desviando el dinero de todos.

Y mientras no se enciendan las alertas en el Congreso local ni se activen los mecanismos de fiscalización, estos fantasmas del presupuesto seguirán flotando entre contratos y redes sociales vacías. Va casi el medio millón de pesos en una rascadita que dio un medio consolidado, pero dudamos que sea lo único turbio.

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