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Bots con tenis

Fuentes fidedignas. Por: Isaías Álvarez

En muchas regiones del estado y del país, el fenómeno de los ‘bots’ en redes sociales ha dejado de ser una sospecha para convertirse en una maquinaria bien aceitada. Pero no hablamos aquí de algoritmos programados para dar likes o repetir mensajes sin alma. No. En municipios como Reynosa, el fenómeno ha mutado: ahora los bots tienen rostro humano, agenda política y nómina municipal.

Estos perfiles falsos, operados por personas reales, han tomado las redes como campo de batalla para la defensa de intereses particulares y el ataque sistemático a voces críticas. En Reynosa, por ejemplo, existen señalamientos documentados de que el ayuntamiento financia, directa o indirectamente, a operadores digitales que manejan granjas de bots. Y no se trata de rumores: hay nombres, hay estructuras, y, sobre todo, hay patrones claros de operación.

Los últimos días lo evidenciaron aún más. Tras las inundaciones que afectaron a miles de familias en Reynosa, la imagen de los Peña Ortiz quedó exhibida por la falta de prevención, reacción y atención oportuna. ¿La respuesta del aparato? No fue que Makito apareciera desde el primer momento, reforzar los canales de ayuda ni aclarar responsabilidades; fue soltar a las cuentas falsas: perfiles de reciente creación, con nombres genéricos y fotos robadas de perfiles reales, defendiendo al alcalde como si se tratara de una eminencia en gobernanza. ¿Su misión? Desacreditar medios, insultar periodistas y acusar a ciudadanos afectados ¿Escuchó en estos días las palabras: “gente cochina”, “la gente es la que tira basura” o “están exagerando”? En su mayoría fueron de perfiles falsos con el fin de minimizar el desastre natural y del gobierno.

Esto más que ser antiético, es peligroso. Porque mientras los problemas reales se ignoran, la atención pública se desvía con una narrativa falsa, manipulada y fabricada desde escritorios o donde sea que este el operador de ese perfil falso. Los bots humanos no son una anécdota tecnológica: son una herramienta de control social y censura encubierta. Lo más grave es que operan con impunidad, no hay ley que los regule ni castigo para quienes los financian. Las plataformas sociales como X, Facebook o TikTok simulan vigilancia, pero permiten que estas redes crezcan como plagas. Y en el caso mexicano, la legislación en materia de delitos informáticos o manipulación digital es, por decir lo menos, obsoleta.

Urge una ley, sí. Pero no solo para “regular” el uso de redes, como algunos intentan bajo el disfraz de proteger la privacidad. Se necesita una legislación que identifique, investigue y sancione el uso de recursos públicos para financiar campañas de manipulación digital, así como la contratación de operadores para manipular la información e influir en la percepción social.

Porque si no los detienen pronto, lo que hoy es un ejército de cuentas falsas mañana será un arma de censura imparable. Y entonces, la democracia, la libertad de expresión y la verdad serán solo un hashtag más… manipulado por un bot con cara de vecino. Tienen tarea los diputados.

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