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Carlos Peña Ortiz; su presa fantasma y la ciudad bajo el agua

Sin Filtros; por Brenda Ramos

Las lluvias no perdonan, pero lo que verdaderamente inunda a Reynosa es el cinismo. Hoy, otra vez, la ciudad amaneció con el agua hasta las rodillas y la paciencia al borde del colapso. Las colonias más humildes no necesitan otra tormenta, ya bastante tienen con vivir entre la miseria y las mentiras oficiales.

Hace apenas un año, el alcalde Carlos Peña Ortiz anunció con toda pompa y perifoneo la construcción de la presa rompepicos “El Águila”, ubicada al poniente del fraccionamiento Hacienda Las Fuentes, Sector 3. Se dijo que la obra marcaría un antes y un después. Que sería la salvación para más de 73 mil reynosenses en 19 colonias. Que el agua de las lluvias ya no entraría a las casas, sino a un gran vaso regulador de 835 mil metros cúbicos de capacidad, con cuatro compuertas, una cortina de concreto de 4.5 metros de altura, 1,100 metros de longitud, capacidad de regulación de hasta 46 m³/s, y un tiempo de retención de cuatro horas.

La inversión anunciada para la primera etapa fue de 130 millones de pesos, con un proyecto total estimado en 480 millones, incluido dentro del llamado Plan Hídrico 2030. Incluso una segunda presa fue proyectada al norte de la colonia Villa Florida Sector B, con 675 mil m³ de embalse y una cortina de 4 metros. Todo parecía una obra digna de premio internacional.

Todo eso lo dijeron. Lo firmaron. Lo repitieron en entrevistas y boletines. Incluso en el Segundo Informe de Gobierno 2021–2024 lo metieron con mayúsculas: «¡AVANZA LA PRESA ROMPEPICOS!», como si a punta de letras se pudiera detener una inundación.

Y eso que el Cabildo, en la Décima Sexta Sesión Ordinaria del 26 de diciembre de 2024, se atrevió a declarar que “el municipio de Reynosa avanza en la construcción de la presa rompepicos ‘El Águila’”, asegurando que la obra “presenta un significativo avance” y que beneficiará directamente a más de 15 mil habitantes. Lo dijeron con ese lenguaje de diagnóstico institucional que siempre suena bonito: que si va a mitigar inundaciones, que si va a mejorar la infraestructura hídrica. Todo suena bien… en el papel. Porque en la realidad, esa presa no está regulando nada, y las lluvias siguen entrando hasta las salas y las cocinas de los reynocenses.

Pero cuando un ciudadano se atrevió a preguntar —con toda legitimidad— quién era el dueño del terreno, en qué condiciones se entregó a la administración municipal, y dónde están los contratos, el comodato o el arrendamiento, el Ayuntamiento se escondió. La solicitud de transparencia, registrada bajo el folio 280526523000220, fue congelada con la excusa de que «requiere más diligencias». Traducido al español: no tenemos ni cómo justificar el cochinero.

¿Y mientras tanto? Las calles convertidas en ríos. Las familias levantando muebles. Los niños enfermos. Las ambulancias atascadas. Y el alcalde, como siempre, guardando silencio, apenas publicó un video en sus redes sociales, seguramente desde la comodidad de su mansión en Mission Tx, porque en las calles de Reynosa no se le ha visto, así como tampoco dentro de las instalaciones del alegue supervisando, ni a él ni a su novia.

A mamá Maki la senadora del partido Verde, tampoco la vemos en las calles, ni al Senador José Ramón que “tiene un sueño para Tamaulipas”, o a la diputada federal Claudia Hernández.

Todos son invisibles, igual que los avances de la presa, no los vemos, al menos no en el terreno. Solo en el discurso. Porque si existiera, hoy Reynosa no estaría inundada.

Aquí no se trata de lluvia. Se trata de rendición de cuentas.
¿Dónde están los 130 millones de pesos?
¿Quién los cobró?
¿Qué empresa ejecutó la obra?
¿Quién es el dueño del terreno y por qué no hay un solo documento público que avale la inversión?
¿Por qué el Comité de Transparencia, encabezado por Antonio Joaquín de León Villarreal, Karla Paola Luna y Alfredo Careaga Peña, guardó silencio cómplice?

Es momento de decirlo claro: no estamos ante una omisión, sino ante un posible fraude. El uso de recursos públicos en un terreno sin certeza jurídica no solo es ilegal, es criminal. Y si la obra nunca se terminó, o nunca existió, alguien debe ir respondiendo ante la ley.

Reynosa no necesita otra foto con casco ni otra promesa con moño. Necesita que alguien dé la cara y que alguien pague.

Hoy los ciudadanos no piden milagros, piden justicia.
Y la presa, esa que dijeron que rompería los picos de agua, terminó rompiendo la poca confianza que le quedaba al pueblo, que hoy no dormirá por haber perdido todo o por sacar a cubetazos el agua pestilente que 4 administraciones de los Peña Ortiz, les han dejado.

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