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Maki Ortiz se destapa con el partido más sancionado de México

Fuentes fidedignas. Por: Isaías Álvarez

En política, los tiempos no se anuncian, se ejecutan. Y Maki Ortiz acaba de hacer su primer movimiento: aprovechar la Primer Eco-Asamblea Nacional Municipalista del Partido Verde para destaparse como aspirante a la gubernatura de Tamaulipas.

El Partido Verde no es un partido político, es un negocio de candidaturas. No tiene ideología, no tiene principios y no tiene escrúpulos. Es la única franquicia electoral en México que ha funcionado igual con el PAN, con el PRI y con Morena. Su fórmula es simple: ofrecer su registro al mejor postor, negociar espacios de poder y reciclar políticos con un historial dudoso.

El evento en Puerto Vallarta fue la antesala perfecta para que diversos actores políticos probaran las aguas, y Maki Ortiz no dejó pasar la oportunidad. No estuvo sola. También se dieron cita personajes como Carlos Peña Ortiz, Eugenio Hernández y Manuel Muñoz Cano, todos políticos impresentables ante la ciudadanía.

En Tamaulipas, el Verde se ha convertido en un refugio para los políticos que en otros espacios ya serían un problema. Y ahora, con Maki Ortiz tanteando el terreno, el mensaje es claro: este partido sigue funcionando como un bote salvavidas para aquellos que ya no tienen cabida en otros lugares. Ortiz, con cuatro sanciones electorales en su historial, no llega con una estructura propia ni por méritos, sino porque el Verde le ofrece lo que otros partidos ya no: un acceso a la boleta electoral.

Pero Maki no es la única. Ahí está Eugenio Hernández, que pasó de la cárcel a la política sin escalas; Manuel Muñoz Cano, ex priista hasta la médula, que hoy encabeza el partido en el estado y el alcalde de Reynosa Carlos Peña Ortiz con orden de aprehensión vigente no ha pasado tiempo en “las sombras” solo por los innumerables amparos que tiene bajo el brazo.

Los mencionados van bajo el “ala protectora” de su dirigente en Tamaulipas, Muñoz Cano quien es un caso especial. Del PRI al Verde, su transformación no fue ideológica, fue de conveniencia. Fue uno de los operadores más leales del PRI en Tamaulipas y estuvo al frente de la campaña de Rodolfo Torre Cantú en 2010. Tras su asesinato, su nombre ha sido mencionado en diversas versiones sobre el caso, y Manuel sigue negando su participación, señalando que faltó voluntad para esclarecer el crimen. Ahora, desde el Verde, se reinventa como si su historia política pudiera resetearse con un simple cambio de color.

Pero nada de esto es nuevo. El Partido Verde ha construido su supervivencia negociando con cada administración en turno. En 2000 fue aliado del PAN con Vicente Fox, en 2006 regresó con el PRI, en 2012 hizo mancuerna con Enrique Peña Nieto y en 2018 se sumó a la ola de Morena, obteniendo grandes beneficios en la repartición del poder. En 2021, su alianza con Morena le permitió cuadruplicar su representación en la Cámara de Diputados, y en 2024 consolidó su posición con la coalición «Sigamos Haciendo Historia». Su táctica es evidente: mantenerse a flote sin importar con quién, siempre y cuando haya algo que ganar.

Pero su permanencia no ha sido gratuita. El Verde ha sido sancionado en múltiples ocasiones por desvío de recursos, compra de votos, uso de influencers en plena veda electoral y financiamiento ilegal.

En 2018, el INE le impuso una multa de 60.6 millones de pesos por simular la contratación de cursos, talleres y propaganda en vía pública. El dinero se movió a través de empresas fantasma, como la Universidad en Ciudad de la Calidad A.C. (UNICICAL), que tenía su domicilio fiscal en una casa de Infonavit sin rastro de actividad política. La otra empresa involucrada, Comercializadora Marketing Mobile, supuestamente vendió espacios de publicidad, pero tampoco pudo demostrar que ofreció el servicio.

El INE determinó que el Verde omitió reportar información con veracidad, con la intención de aparentar un cumplimiento falso de la ley. Se detectó que en el caso de los cursos de capacitación, 16 millones de pesos fueron destinados a empresas inexistentes, y en el caso de la propaganda, 2.4 millones de pesos se simularon en espectaculares que nunca aparecieron. La multa ascendió a 200% del monto involucrado, lo que resultó en 37 millones de pesos adicionales.

Cinco años después, el mismo fraude se repitió. En marzo de 2024, el INE volvió a sancionar al PVEM con 23.5 millones de pesos por otra simulación de contratación de cursos y propaganda. De 787 personas que supuestamente asistieron a los cursos, solo 127 confirmaron haber tomado el curso, y 81 entregaron respuestas idénticas, lo que evidenció que fueron instruidos por el partido.

El Verde impugnó ambas multas ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF). En el primer caso, el tribunal ordenó al INE ampliar su investigación, lo que solo llevó a descubrir más irregularidades. En el segundo, el representante del partido, Fernando Garibay, calificó la sanción como «rara» y advirtió que volvería a recurrir al tribunal, como si no fuera evidente el modus operandi del partido.

Pero aquí estamos. Con un partido que debería haber desaparecido hace años, pero que sigue vivo porque en México la ley no se aplica con la misma fuerza para todos. La Ley General de Partidos Políticos (LGPP), en su artículo 94, establece que un partido que incurra en faltas graves y sistemáticas puede perder su registro. La Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales (LGIPE), en sus artículos 456 y 457, determina que la reincidencia en violaciones graves puede derivar en la pérdida de financiamiento público.

El Verde ha violado la legislación electoral más veces de las que se puede contar, pero sigue operando gracias a su habilidad para negociar con el poder en turno.

Y ahora, con Maki Ortiz dejando claro su interés en la gubernatura de Tamaulipas, el mensaje es evidente: no importa cuántas sanciones acumule un político, siempre habrá un partido dispuesto a venderle una candidatura.

En la siguiente entrega vendrá el recuento de los daños. Un repaso por los fraudes, las sanciones y los escándalos que han marcado la historia reciente del Verde. Mientras tanto, Manuel Muñoz Cano sigue moviendo las piezas; Maki Ortiz, cuatro veces sancionada en el último proceso electoral, tantea el terreno bajo el paraguas del PVEM; y Eugenio Hernández, después de mascar fierro por años, vuelve al juego.

Porque en Tamaulipas, el reciclaje político sigue siendo la norma.

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