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Respiran por la herida

Fuentes fidedignas. Por: Isaías Álvarez

La desesperación se huele en el aire. Los mismos que convirtieron a Tamaulipas en un campo de batalla ahora levantan la voz con fingida indignación. Hablan de seguridad, exigen resultados, critican la estrategia del gobierno actual… como si su legado no fuera un catálogo de fracasos, corrupción y descomposición social. Sí, el PAN respira por la herida, saben que el poder se les escurrió entre los dedos y, peor aún, que el pueblo tiene memoria.

Basta con recordar lo que dejaron tras su paso: carreteras intransitables, ciudades sitiadas y familias enteras aprendiendo a vivir con el miedo. Fueron años de terror, donde el gobierno panista se empeñó en pelear con la Federación en lugar de buscar soluciones. La falta de coordinación, los operativos fallidos y la indolencia convirtieron a Tamaulipas en una tierra sin ley. Y ahora, con la soberbia que nunca les ha faltado, se atreven a criticar un esfuerzo que, por primera vez en mucho tiempo, apuesta por la reconstrucción del tejido social y la inteligencia operativa en lugar del show mediático.

Les duele el cambio, les quema la idea de que otro gobierno haga lo que ellos nunca quisieron o pudieron hacer, pero sobre todo, que el recurso del que gozaban a manos llenas, se les acabó. El discurso del pánico es su única estrategia porque saben que, si la seguridad mejora, el último argumento que les queda para golpear al gobierno se les va de las manos. No es casualidad que critiquen hasta la rehabilitación de un estadio de béisbol, como si invertir en infraestructura deportiva no fuera una medida preventiva en materia de seguridad. Para ellos, todo lo que no lleve su firma es un desperdicio.

Pero Tamaulipas ya no es rehén de su teatro político. El gobierno de Américo Villarreal ha optado por una estrategia distinta: trabajo en coordinación con fuerzas federales y estatales, comunicación directa con la ciudadanía a través de la Vocería de Seguridad y encuentros constantes con alcaldes de las zonas más vulnerables para reforzar la estrategia. No son discursos huecos ni operativos para la foto; son acciones concretas que buscan resultados de fondo a corto, mediano y largo plazo.

El cabecismo está en crisis, y cuando un partido o grupo político se queda sin argumentos, la mentira y la desinformación se convierten en su refugio. Ahí tienen a los diputados locales que ni van al Congreso, ni una iniciativa han presentado; su prioridad solamente era obtener fuero. Estos individuos intentan maquillar su historia, pero los tamaulipecos tienen memoria. Saben que no hay peor burla que ver a los mismos responsables del desastre posando ahora como expertos en seguridad. Siguen respirando por la herida, pero es su propio veneno lo que los asfixia.

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