Fuentes fidedignas. Por: Isaias Alvarez
El Cabildo de Victoria ya no parece un lugar donde se trabaja por la ciudad; ahora es más como un ring de pelea, donde un grupito de regidores de todos los colores —MORENA, MC, PRI y PAN— se une no por ideales, sino por conveniencia. ¿El objetivo? Sacar tajada política y económica.
Desde que comenzó esta administración, este grupo no ha hecho más que ponerle el pie al alcalde. Y no con críticas constructivas ni propuestas inteligentes, sino con lo que parece un claro chantaje político. Al principio, podía parecer un contrapeso necesario, pero hoy no son más que un obstáculo para la ciudad y sus ciudadanos.
La última sesión de Cabildo dejó esto más claro que nunca. Votar contra el presupuesto de egresos para 2025 no es solo decir “no” a números en un papel. Es decir “no” a mejorar salarios, a obras que necesita Victoria, y a que la ciudad avance. ¿Y qué tal su rechazo a las comisiones de trabajo? Eso equivale a lavarse las manos y negarse a asumir las responsabilidades por las que están ahí.
Lo peor de todo es que este Cabildo parece más interesado en el pleito político que en hacer su trabajo. Prefieren sentarse cómodamente a criticar desde lejos que ensuciarse las manos arreglando los problemas de la ciudad. No importa si afectan a Gattás o a Victoria, siempre y cuando ellos salgan ganando algo.
No es exagerado decir que este es el Cabildo más flojo y ambicioso que hemos visto en mucho tiempo. Más preocupados por sus propios intereses que por el bien común, se dedican a jugar a un canibalismo político que no deja nada bueno para nadie.
Mientras tanto, Lalo Gattás ha intentado tenderles la mano para trabajar en equipo, pero parece que prefieren morderla antes que aceptarla. Y así, seguimos viendo cómo los egos y la falta de experiencia le cuestan a Victoria el progreso que tanto merece.
Al final, la gente de esta ciudad no se merece un show de pleitos y caprichos. Aquí no estamos para que regidores usen el Cabildo como plataforma de lucimiento personal. Ellos pueden pensar que las luces siempre estarán sobre ellos, pero se les olvida que los ciudadanos tienen memoria. Y, tarde o temprano, les pedirán cuentas.
Porque gobernar no es hacer ruido, es dar resultados. Y eso, para algunos, parece ser un concepto demasiado complicado.