Una epidemia de regidores problemáticos
Sin filtros; por Brenda Ramos
Si en Nuevo Laredo los regidores parecen competir por ver quién genera más conflictos, en Ciudad Victoria no se quedan atrás. Esta semana, el cabildo victorense volvió a dar una muestra de lo que no debería ser el ejercicio político: una trinchera de intereses personales y económicos, donde la ciudadanía pasa a segundo plano.
El caso de Victoria es peculiar porque no se trata de un conflicto de partidos. En esta ciudad, la alianza entre algunos regidores de Morena, Movimiento Ciudadano, PRI y PAN ha conformado una mayoría que no trabaja para construir, sino para sabotear y entorpecer. Este bloque, que en un principio parecía tener un propósito político legítimo, hoy se ha convertido en un obstáculo no solo para el alcalde, sino para el progreso de toda la ciudad.
El episodio más reciente ocurrió el pasado sábado, durante la sesión de cabildo. Dos puntos cruciales estaban en la mesa: el presupuesto de egresos para 2025 y las comisiones de trabajo de los regidores. Ambos fueron rechazados por esta facción, evidenciando su falta de compromiso con la ciudadanía.
Votar en contra del presupuesto es bloquear incrementos salariales justos, negar la inversión en obras necesarias y frenar proyectos de infraestructura que mejorarían la calidad de vida en Victoria. En resumen, es votar en contra del progreso.
Por otro lado, rechazar las comisiones de trabajo refleja una falta total de responsabilidad. Es como si los regidores no quisieran asumir sus funciones básicas, prefiriendo mantenerse en una postura cómoda de negación y conflicto en lugar de contribuir a las soluciones.
Esta actitud no es más que un reflejo del canibalismo político que ha infectado al cabildo victorense. Lo más preocupante es que, a pesar de los llamados públicos del alcalde para trabajar en conjunto, esta mayoría sigue anteponiendo sus intereses particulares a las necesidades de la ciudad.
Victoria necesita liderazgo y compromiso, no un cabildo materialista e inexperto que solo busca desollar al alcalde y a las arcas municipales. Si el panorama en Nuevo Laredo parecía preocupante, lo que ocurre en Victoria confirma que esta epidemia de regidores problemáticos se está convirtiendo en un mal común en Tamaulipas.
La pregunta que queda es: ¿cuánto tiempo más soportará la ciudadanía estos juegos de poder que frenan el desarrollo de sus ciudades? Porque mientras los regidores juegan a la política, quienes pagan el precio son siempre los ciudadanos.