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¿Quién calumnia a quién?

Sin Filtros; por Brenda Ramos

El sábado 2 de noviembre, El Norte publicó en sus ediciones digital e impresa una nota que detallaba la reactivación de órdenes de aprehensión contra exfuncionarios de la administración de Francisco García Cabeza de Vaca. Entre los nombres mencionados en la investigación aparecía el de Yahleel Abdala, exsecretaria de Bienestar Social, señalada por un presunto desfalco millonario. Al tratarse de un tema de alto interés público, más de una veintena de medios locales y nacionales replicaron la nota, como corresponde cuando un medio nacional de prestigio informa sobre hechos relevantes y respaldados por fuentes oficiales.

Sin embargo, en lugar de enfrentar los señalamientos con transparencia, Yahleel Abdala optó por lanzar una serie de acusaciones sin pruebas en redes sociales. Afirma que los medios «fueron pagados» para perjudicarla, insinuando que esta supuesta campaña en su contra fue orquestada nada menos que por la presidenta municipal de Nuevo Laredo, Carmen Lilia Canturosas. Según Yahleel, Canturosas ordenó a su director de Comunicación Social, Marco Martínez, que enviara una nota «llena de mentiras» a todos los medios que tienen convenios con el municipio, con el objetivo de difundir información falsa sobre ella.

Esta acusación no solo es absurda, sino que carece de toda lógica. Pretender que El Norte, uno de los periódicos más respetados de México, se va a ocupar en una «campaña» en su contra organizada desde un municipio , es una muestra de la paranoia política de Yahleel. La realidad es que Yahleel ha sido derrotada dos veces por Carmen Lilia Canturosas, y parece que su obsesión con la presidenta municipal de Nuevo Laredo la ha llevado a verla como la responsable de todas sus dificultades, hasta el punto de calumniarla públicamente. Ya es común escuchar en círculos políticos que Yahleel «la sueña hasta en la sopa».

Es necesario subrayar que la información publicada por los medios se basó en la cobertura de El Norte y en fuentes oficiales, no en «campañas» ni en «convenios». El verdadero problema aquí es que Yahleel Abdala, en lugar de responder a los señalamientos con altura y claridad, se ha dedicado a desacreditar a los medios y a los periodistas que, con responsabilidad, replicaron una noticia de interés público. Esta actitud es especialmente peligrosa en un estado como Tamaulipas, donde el riesgo y los ajustes de cuentas contra periodistas son una realidad preocupante.

No satisfecho con esto, Yahleel lanzó un reto en redes, ofreciendo un automóvil nuevo a quien pueda demostrar la existencia de una orden de aprehensión en su contra o que Tania Contreras, la Consejera Jurídica del Estado, haya mencionado su nombre. Sin embargo, es Yahleel quien debería estar demostrando de dónde sacará el dinero para cumplir esta promesa, dado que su fuente de ingresos es, cuando menos, cuestionable, considerando las investigaciones actuales sobre su gestión en SEBIEN.

La consejera jurídica Tania Contreras, cuando fue abordada sobre el tema, fue clara al aconsejarle a Yahleel que se enfocara en «atender sus propios asuntos personales». Contreras no mencionó nombres en su declaración, limitándose a informar que existen investigaciones en curso contra exfuncionarios y recordando que el gobierno está comprometido con la transparencia. En otras palabras, la única persona que parece interesada en difundir su nombre en este caso es la propia Yahleel, quien insiste en desviar la atención de los temas de fondo.

Este tipo de maniobras no es nuevo en figuras públicas que prefieren desviar la atención en lugar de responder a los cuestionamientos. Yahleel Abdala podría, si así lo quisiera, utilizar su derecho de réplica para aclarar los hechos con responsabilidad. En lugar de eso, prefiere desacreditar y atacar a los medios que informan, en un claro intento de intimidación y censura. La libertad de prensa es un pilar de nuestra democracia, y cualquier intento de socavarla a través de acusaciones sin pruebas no debe ser tolerado.

La obsesión de Yahleel con Carmen Lilia Canturosas y su resistencia a aceptar los resultados de las urnas la han llevado a calumniar a los medios y a lanzar ataques infundados. Sin embargo, la ciudadanía merece una prensa libre, comprometida con la verdad y que informe sin temor a represalias. Los medios seguirán cumpliendo con su deber de informar, y los desplantes y retos sin fundamento no harán más que fortalecer nuestro compromiso con la verdad.

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