¿Qué están sembrando los alcaldes?
Crónicas del Sur
Por José Juan Tomás
En el sur de Tamaulipas, los esfuerzos de desarrollo y seguridad se muestran en diferentes caras, aunque no siempre con la coherencia que se esperaría de un proyecto común. Altamira, Tampico y Ciudad Madero nos han dado, en días recientes, lecciones claras de hacia dónde se dirigen –y a veces, de cómo los ideales y la realidad se encuentran en tensión.
En Altamira, la siembra de 500 mil alevines de tilapia en la Laguna de Champayán podría parecer un acto sencillo, pero significa mucho más que eso. Bajo la guía del alcalde Armando Martínez Manríquez, esta acción es una apuesta por devolverle a la comunidad un recurso vital que ha sostenido a generaciones enteras. La pesca, que es el sustento de tantas familias, recibe un aliento fresco gracias a la colaboración con CONAPESCA, una muestra de que, cuando se trabaja con visión de futuro, los resultados son tangibles. Este esfuerzo no solo revitaliza la economía local, sino que, al ser sustentable, se convierte en una promesa de continuidad. Así, Altamira da un ejemplo de cómo se puede sembrar, literalmente, un futuro mejor.
Mientras tanto, Tampico también se apunta a la causa de la seguridad, pero lo hace desde un ángulo distinto: la capacitación. Bajo la mirada de Mónica Zacil Villarreal Anaya, el Ayuntamiento abrió sus puertas al Centro de Estudios Superiores Navales y su Maestría en Seguridad Nacional. Este programa, que reúne a las mentes y fuerzas del país para formar líderes en seguridad, convierte a Tampico en un punto clave para el aprendizaje y la preparación estratégica. Villarreal Anaya enfatizó que construir la paz es un esfuerzo de todos, y en Tampico, esto significa brindar espacios para el desarrollo de habilidades que, algún día, podrían devolvernos la tranquilidad que tanto anhelamos.
Y luego llegamos a Ciudad Madero, donde la historia toma un giro distinto. Mientras Altamira siembra peces y Tampico siembra conocimiento, Madero opta por sembrar el descontento. El alcalde de la Ciudad Erasmo González Robledo, mandó a desalojar a los comerciantes con todo el peso de las autoridades.
Mediante un operativo encabezado por el director de Tránsito y Vialidad, Zenón Cruz Hernández, se desalojó a comerciantes en la calle 13 de Enero. Podría pensarse que se trataba de un esfuerzo de orden público, pero la escena adquirió otro matiz al ver que se involucró no solo al personal de ingresos y tránsito, sino también a la Guardia Estatal, Guardia Nacional y hasta a la Secretaría de Marina. Una muestra de fuerza excesiva para lidiar con quienes solo buscan ganarse el pan, especialmente cuando en esa misma ciudad, otros problemas de mayor urgencia permanecen sin resolver.
Y es aquí donde salta la contradicción. ¿Dónde está esa misma energía, esa misma disposición, cuando se trata de perseguir a delincuentes que realmente amenazan a la comunidad? Ahí está el caso de Melanie, ocurrido en esta misma Ciudad Madero, cuyo agresor sigue prófugo. Las autoridades, que tan prontamente desalojan a los comerciantes, no han mostrado la misma tenacidad para llevar a justicia a quienes verdaderamente ponen en peligro la vida de los ciudadanos. La realidad de Madero se presenta como una paradoja: fuerte con los débiles y débil con quienes de verdad representan una amenaza.
En el sur de Tamaulipas, vemos que el compromiso con el desarrollo y la seguridad adopta muchas formas. Altamira nos da un ejemplo de economía sostenible; Tampico se convierte en un punto de referencia en la preparación para la paz; y Madero nos deja la lección de que, a veces, las prioridades parecen desordenadas. ¿No que MORENA gobernaba con humanismo? Está claro que el alcalde Erasmo González Robledo no se sabe la de estar del lado del pueblo.
Ojalá que, en el futuro, todos estos esfuerzos converjan en una visión más clara y justa, donde el poder y la justicia se usen con verdadera equidad. Porque este sur tamaulipeco tiene el potencial de florecer, siempre que el gobierno siembre en el terreno correcto.