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Nashieli Ramírez no se va a dejar

Pide piso parejo

Sin Filtros; por Brenda Ramos

Nashieli Ramírez no se va a dejar, es una mujer que no se rinde, y sus declaraciones tras el atropellado proceso de reelección en la CNDH lo demuestran. No solo levantó la voz, sino que cuestionó un sistema que, a todas luces, carece de transparencia y justicia. Pese a haber sido la aspirante mejor evaluada y contar con respaldo técnico y político, Rosario Piedra Ibarra fue reelecta. ¿El motivo? ¿La razón? Adán Augusto López y Ricardo Monreal parecen empeñados en medir fuerzas con la presidenta, quien, a pesar de estos desafíos, ha insistido en que la unidad debe prevalecer por encima de los intereses individuales.

Y Nashieli, lejos de quedarse callada, señaló lo evidente: «No lo veía yo tan cantado», dejando en claro que no esperaba un proceso tan inclinado desde el inicio. Mientras tanto, Claudia Sheinbaum, quien, según diversos análisis, habría visto con buenos ojos que Nashieli encabezara la CNDH, negó que Andrés Manuel López Obrador estuviera detrás de la reelección de Rosario Piedra, afirmando que el expresidente está enfocado en otras tareas. Sin embargo, la opinión pública nacional continúa señalando que sus palabras dejan entrever que los excesos vinieron desde los líderes de las cámaras legislativas.

Nos da la impresión que al respaldar a Piedra y pedir respeto para la funcionaria, Sheinbaum también pareció enviar una señal a los líderes del Congreso, quienes, en su afán de asegurar control, pudieron haber tensado de más las cuerdas de la política. Y por eso no sorprendió a nadie que esta misma semana haya llamado a la “unidad” en su encuentro con diputados y senadores de la cuarta transformación.

Sin embargo, esta llamada a la unidad no disipa las dudas que dejó la reelección de Rosario Piedra. Su continuidad al frente de la CNDH es más que polémica; establece un precedente inquietante. Una titular señalada por su falta de independencia y resultados cuestionables en su primer periodo ahora es reelecta bajo un proceso que ignoró los criterios técnicos establecidos. Nashieli exige, con razón, un cambio: evaluaciones vinculantes y procesos donde la reelección deje de ser un trámite político y se convierta en un acto de justicia institucional.

Las palabras de Nashieli Ramírez son un recordatorio incómodo: «No lo veía yo tan cantado», señaló, evidenciando un proceso donde las evaluaciones fueron ignoradas y Rosario Piedra fue reelecta, pese a su pobre desempeño previo. Ramírez, mejor evaluada y respaldada por diversas fuerzas políticas, cuestionó un mecanismo que prioriza acuerdos políticos sobre méritos, insistiendo en la necesidad de procesos vinculantes y justos.

La reelección de Piedra sienta un precedente peligroso, tanto institucional como político. No solo se evidencia cómo un organismo autónomo queda subordinado a intereses partidistas, sino que también abre la puerta a estrategias más preocupantes: si se sigue permitiendo este tipo de imposiciones, no será extraño que desde estas mismas dinámicas de fuego amigo se intente golpear a Claudia Sheinbaum, debilitándola en su propio terreno.

La reelección de Rosario Piedra no solo desnuda las tensiones dentro del movimiento morenista, sino que evidencia que el control del Senado, aunque importante, no es suficiente para consolidar un proyecto político. Claudia Sheinbaum parece entender esto, y la estrategia está clara: asegurar el control de las 100 ciudades más importantes del país. No se trata solo de votos, sino de construir un entramado de poder territorial que permita enfrentar los desafíos internos y externos con alfiles leales y comprometidos.

El llamado Plan D ya está en marcha. Después de lo ocurrido en la CNDH, queda claro que no basta con discursos o mayorías legislativas. El futuro político de la nación pasa por las ciudades, por esos bastiones donde se decide no solo el presente, sino el rumbo de las próximas elecciones presidenciales. Nashieli no se va a dejar, y parece que Claudia tampoco. El tablero está listo y las piezas empiezan a moverse.

La reelección de Rosario Piedra desnuda las tensiones dentro del movimiento morenista. Ante este panorama, Claudia Sheinbaum podría encontrar una solución al problema de fondo: las luchas internas y la falta de cohesión estratégica que amenazan con debilitar su posición. Un enfoque territorial, como asegurar sus liderazgos en las 100 ciudades más importantes del país (en Tamaulipas se encuentran 7), se presenta como una salida viable.

Claudia Sheinbaum podría estar tejiendo su plan D. Mientras tanto, Nashieli no se va a dejar, ¿Y usted cree que la presidenta con A lo está haciendo? El tablero está listo y las piezas empiezan a moverse.

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