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La tragedia del IMSS-Bienestar

Por Alan Morales

A Tamaulipas le tocó bailar con la más fea en la transición al sistema IMSS-Bienestar.

Y como en cualquier cuento, hay un villano: Marggid Antonio Rodríguez Avendaño, el “encargado” de este sistema, cuyo desempeño –si es que se le puede llamar así– tiene a miles de derechohabientes y trabajadores en Tamaulipas sumidos en el caos.

Mientras los medicamentos escasean y el personal médico no ve un peso de su sueldo desde hace dos meses, el Doctor Marggid, muy cómodo, percibe un salario bruto mensual de 144 mil 988 pesos, según Transparencia.

Esa jugosa cifra podría resolver la nómina de enfermeras, camilleros y choferes de ambulancia o aliviar la angustia de quienes tienen que comprar medicamentos con sus propios recursos. Pero, claro, en su mundo no hay urgencias ni recetas sin surtir.

El ausente Rodríguez Avendaño no pisa los centros de salud ni los hospitales adscritos al IMSS-Bienestar.

Su “influencia” se limita a ignorar los mensajes y llamadas del secretario de Salud, Vicente Joel Hernández Navarro, y su equipo.

Es más, hasta los diputados de la comisión de Salud en el Congreso estatal, Víctor Manuel García Fuentes y Alberto Moctezuma, han quedado en visto en su WhatsApp.

Fue precisamente el diputado Moctezuma quien, resignado, declaró: “Haremos llegar este mensaje al coordinador, el doctor Marggid, para ver qué se puede hacer. Es muy complicado estar sin salario dos meses; hay familias, esposas, hijos, hay necesidades”.

Esto lo dijo el jueves 14 de noviembre y desde entonces el mensaje sigue sin respuesta.

La transición del IMSS-Bienestar, descrita como “difícil” por Moctezuma debido a “cuestiones administrativas” y “cambios radicales”, no parece tener fin. Y mientras los burócratas de alto vuelo juegan a ignorar los problemas, los ciudadanos y el personal médico sufren las consecuencias.

Como dijo Cantinflas en El Ministro y yo: “Muchos burócratas tienen el concepto equivocado de lo que representa la burocracia. Como aves de paso, no están conscientes de la gran responsabilidad que asumen”.

El Doctor Marggid, evidentemente mareado por su cargo y su salario, parece haber olvidado lo dicho por el 777, que la democracia no es un puesto de privilegios, sino el poder del pueblo para servir al pueblo.

Hoy, ese pueblo está alzando la voz. ¿La escuchará alguien? ¿O seguiremos bailando con la más fea, al ritmo de la indiferencia?

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