La señal de los alcaldes
Fuentes fidedignas. Por: Isaías Álvarez
La reciente reunión entre los alcaldes de Altamira, Tampico y Ciudad Madero fue mucho más que una sesión en temas de seguridad; fue una señal política clara de que el sur de Tamaulipas se ha convertido en un bloque que no se piensa romper. Esta alianza trasciende los intereses particulares y proyecta una imagen de cohesión que tendrá impacto en la política estatal, especialmente en tiempos donde la sucesión se aproxima y las alianzas cobran un peso especial.
Armando Martínez Manríquez, alcalde de Altamira, asume un rol de liderazgo en este bloque, respaldado por un apoyo popular contundente: casi el 70% de los votos en su reelección. Martínez no solo representa a Altamira, sino que se ha convertido en el principal promotor de una estrategia de seguridad que no distingue límites municipales. Consciente de que su peso político lo convierte en referente, Armando ha puesto sobre la mesa no solo su disposición, sino su capacidad para coordinar y unir a sus pares. Es evidente que su meta no es simplemente administrar Altamira, sino afianzar su influencia en toda la región sur, dejando una huella que lo proyecte en la política tamaulipeca.
Por otro lado, Mónica Villarreal Anaya, alcaldesa de Tampico, aporta a esta alianza su propio estilo y fuerza. Respaldada por el gobernador Américo Villarreal y en un momento donde el liderazgo femenino tiene un peso innegable, Mónica se perfila como una figura que combina sensibilidad social con pragmatismo político. La entrega de patrullas a la Guardia Estatal no es solo un tema de vigilancia; es una muestra de su compromiso real con una gestión que busca dejar resultados visibles en su ciudad. Tampico necesita estabilidad para mantener su rol como centro económico, y Villarreal entiende que formar parte de esta alianza le brinda la proyección y la solidez necesarias para que su gestión sea vista como un pilar del sólido sur.
Pero en Ciudad Madero, el panorama es más complejo. Erasmo González Robledo, quien hasta hace poco se movía en las esferas de la capital como diputado federal, enfrenta ahora los desafíos de gobernar un municipio con problemas muy tangibles y diarios, como los conflictos con los vendedores ambulantes en el centro de la ciudad. La transición de la tribuna al terreno municipal le está costando; pasar de ser un gestor de contactos a un alcalde con decisiones reales y visibles no ha sido fácil. Las tensiones con los comerciantes –a quienes se les ha amenazado con el desalojo y decomiso de sus mercancías– muestran una administración que aún no logra ese equilibrio necesario entre autoridad y sensibilidad. Erasmo tiene contactos en la Ciudad de México que podrían ser útiles para Madero, pero si no logra resolver los conflictos locales, esos apoyos quedarán solo en promesas y su posición en este bloque se debilitará.
Este trío de alcaldes ha demostrado una unidad que no se ve frecuentemente en la política local y mientras Armando y Mónica avanzan con sus estrategias y objetivos claros, Erasmo tiene que demostrar que puede ser más que una figura con buenos contactos, que es capaz de gobernar y de hacer que Ciudad Madero se convierta en un socio que abone y no reste en esta alianza del sur.
La solidez de este bloque tendrá un peso decisivo en el rumbo de la política estatal, pero para que el “sur fuerte” sea una realidad, cada alcalde tendrá que aportar no solo su presencia, sino resultados tangibles y una gestión que responda a las expectativas de sus ciudadanos. Queda más que claro quien lleva la delantera y a quien inicia con tropiezos la carrera.