¡Tennō Heika Banzai!
Fuentes fidedignas. Por: Isaías Álvarez
La historia siempre ofrece lecciones, pero solo para quienes están dispuestos a mirarse en el espejo de los errores. En 1945, el emperador Hirohito de Japón reconoció públicamente la derrota de su país en la Segunda Guerra Mundial, algo impensable en una nación donde la figura del emperador era vista como divina; por eso, la milicia, antes de lanzarse a la guerra, gritaba la frase ¡Tennō Heika Banzai!. Por eso mismo, cuando escucharon la voz del emperador diciendo que habían perdido la guerra, ese acto de humildad, aunque doloroso, fue el primer paso para reconstruir Japón y convertirlo en una potencia económica y social mundial. Hoy, esa lección sigue siendo útil, aunque parece que en ciertos rincones del poder político prefieren ignorarla.
En nuestro terruño, uno de los ejemplos más claros de lo que sucede cuando el poder no acepta sus errores es el caso de los cabecistas. Francisco García Cabeza de Vaca, el exgobernador que en su momento se creyó intocable, hoy se encuentra en una situación que refleja perfectamente el costo de no saber cuándo rectificar. El 30 de noviembre de 2023, la jueza Adriana Yolanda Vega Marroquín le otorgó un amparo para dejar sin efecto una orden de aprehensión emitida en octubre de 2022 por delincuencia organizada y operaciones con recursos de procedencia ilícita.
Rosa Icela Rodríguez, secretaria de Gobernación, no perdió tiempo en señalar esta maniobra en la mañanera, exponiendo cómo este tipo de decisiones judiciales obstaculizan la justicia y protegen a quienes han abusado del poder. Es claro: en lugar de enfrentar sus actos, Cabeza de Vaca busca resguardarse detrás de amparos -como varios más de Reynosa- y tecnicismos legales, evitando el enfrentamiento con la verdad.
El costo de no reconocer errores
Los cabecistas, desde el exgobernador hasta su círculo de poder, nunca aceptaron sus errores. Gobernaron como si el poder fuera eterno, como si no hubiera consecuencias. Pero la realidad, como siempre, se impuso. Cabeza de Vaca hoy no puede cruzar la frontera, y su influencia política está en declive, no por ser perseguido políticamente, sino porque su modelo de gobierno basado en la negación y la impunidad terminó por desmoronarse.
Aquellos que aspiran a más en la política deberían ver con atención este caso. La soberbia política solo lleva al abismo. La historia está llena de ejemplos, pero el espejo de los cabecistas es quizá el más cercano. Sin autocrítica, sin la capacidad de reconocer fallos, el poder se vuelve una trampa que, tarde o temprano, termina por desangrar a sus actores principales.
Lecciones no aprendidas
Si algo ha quedado claro es que la negación solo prolonga el inevitable colapso. Tal como el emperador japonés entendió que para reconstruir había que aceptar la derrota, los políticos actuales deben aprender que reconocer errores no los debilita, sino todo lo contrario. Pero parece que el orgullo sigue siendo más fuerte que la realidad. Los cabecistas optaron por defender su posición hasta el último momento, cerrando los ojos a los problemas evidentes, y hoy pagan las consecuencias.
Los que buscan escalar políticamente, aquellos que hoy ven la oportunidad de posicionarse en nuevos cargos, deben aprender de esta historia. El poder mal ejercido, el poder que no acepta críticas ni autocrítica, está destinado al fracaso. Y peor aún, aquellos que ignoran este espejo están condenados a repetir los mismos errores.
El futuro de los que aspiran a más
El grito de Tennō Heika Banzai representa más que una consigna de lealtad. En su contexto, fue el reconocimiento de una realidad dolorosa que permitió a un país reconstruirse desde las cenizas. Aquí, el caso de los cabecistas debería ser un espejo para todos los que aspiran a más. Quien no aprende de los errores de sus predecesores terminará caminando el mismo sendero hacia el abismo. Y es que, al final, no es la victoria lo que define a un líder, sino su capacidad de reconocer cuándo ha fallado y cómo corregir el rumbo antes de que sea demasiado tarde.