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Transformación e independencia en Tamaulipas

El Último Grito de AMLO

Fuentes fidedignas. Por: Isaias Alvarez

Este 15 de septiembre, Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, encabezó por última vez la ceremonia del Grito de Independencia desde el balcón del Palacio Nacional. Fue un evento cargado de simbolismo y emociones, marcado por el adiós de un mandatario que, a lo largo de su sexenio, se ha definido como un líder de la «Cuarta Transformación». Este último Grito, fue una despedida política que deja muchas interrogantes sobre el futuro del país y el legado de su administración.

Sin embargo, la verdadera noticia no fue tanto el Grito en sí, sino las palabras que eligió López Obrador para marcar su salida del poder. «¡Viva la Cuarta Transformación!», gritó con fuerza, después de vitorear a los héroes nacionales.

Esas palabras resonaron tanto en la Plaza de la Constitución como en millones de hogares que, por televisión o en redes sociales, siguieron el acto. Pero el presidente no se quedó ahí; también lanzó un ataque a la corrupción, la avaricia, el racismo, y la discriminación. Un discurso cargado de ideales y de confrontación, que refleja la dualidad de un líder amado por muchos y criticado por otros tantos.

Aún más notable fue el contexto en el que se dio este último Grito: unas horas antes, López Obrador firmó un decreto para promulgar una reforma al Poder Judicial. Este acto, considerado por algunos como un golpe maestro para asegurar su legado, ha sido visto por otros como un intento de control sobre una institución clave del Estado mexicano.

La reforma fue publicada en el Diario Oficial de la Federación, marcando un «día histórico» según el propio mandatario. Este decreto, en vísperas de su despedida, sugiere que el presidente no tiene intención de irse sin antes dejar su huella en cada rincón del poder público.

Por otro lado, la ceremonia del Grito también mostró un lado más amable y optimista de esta administración. El Zócalo capitalino se llenó de vida, con miles de personas ondeando banderas, usando máscaras del presidente y gritando «¡Es un honor estar con Obrador!». La presencia de Claudia Sheinbaum, presidenta electa, acompañada de otras figuras políticas, le dio un aire de continuidad al evento. Como siempre, López Obrador no perdió la oportunidad de acercarse a sus simpatizantes, enviando abrazos y saludos mientras la Banda MS animaba a la multitud con su música.

El contraste con la ceremonia en Ciudad Victoria, Tamaulipas, fue evidente. Mientras en el Zócalo se despedía a un presidente, en la Plaza Juárez se celebraba con orgullo la independencia del país. Miles de familias disfrutaron de una noche mágica con espectáculos de drones y pirotecnia, y al final, el gobernador Américo Villarreal agradeció al pueblo tamaulipeco por su participación. Pero quizás lo más destacado fue la rapidez y eficiencia de los servicios públicos municipales, que dejaron la plaza y la avenida Ocho completamente limpias en cuestión de horas, permitiendo que la ciudad volviera a la normalidad casi de inmediato, tanto para la celebración de independencia como en el desfile conmemorativo el día de hoy.

Esta eficiencia, refleja una parte importante de lo que significa gobernar. La limpieza de las calles tras un evento tan concurrido muestra que, en este aspecto, se están haciendo bien las cosas en Ciudad Victoria. Quizás este pequeño detalle sea una lección para el resto del país: la verdadera transformación no siempre se mide en decretos o arengas, sino en la capacidad de hacer lo básico de manera excepcional.

Así que,el futuro de México está en el aire. López Obrador deja un legado mixto, con tantos seguidores fervientes como críticos acérrimos. Su último Grito de Independencia fue una despedida emotiva, pero también una declaración de guerra contra los vicios que, según él, han plagado a la nación durante demasiado tiempo. Ahora, la pregunta que queda en el aire es si su sucesora, Claudia Sheinbaum, continuará su lucha con la misma intensidad o si tomará un rumbo diferente.

Al final, el balance de estos años de «Transformación» dependerá de cómo se vean los logros y los fracasos del sexenio en los años por venir. ¿Será recordado López Obrador como un líder que transformó verdaderamente a México o como un presidente más que dejó promesas sin cumplir? Eso, al igual que su último Grito, todavía está por verse.

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