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Narcocorridos y olvidados

Fuentes fidedignas. Por: Isaías Álvarez

En Reynosa, mientras el alcalde Carlos Peña Ortiz organizaba un espectáculo fastuoso con el cantante de narcocorridos, Gabito Ballesteros, una comunidad afectada por una tragedia todavía se encuentra sumida en la incertidumbre. Apenas unos días antes del festejo del Día del Grito, la explosión en la colonia Módulo 2000 dejó un saldo de dos muertos, decenas de heridos y cientos de familias con sus vidas y posesiones destrozadas. La devastación aún es palpable en las calles cubiertas de polvo y escombros, pero las autoridades siguen sin dar respuestas claras a lo sucedido. En lugar de justicia, las víctimas han recibido promesas y una ayuda que no alcanza para reparar ni una mínima parte de lo perdido.

Marta Pérez, una de las afectadas por la explosión, vive con el dolor y la frustración de ver cómo la casa de sus padres, construida con décadas de esfuerzo, ha quedado en ruinas. Su testimonio es el de una mujer que, tras ver cómo su vida y la de su familia se desmoronaron en cuestión de segundos, ahora enfrenta el silencio de las autoridades. “No es justo que personas que han dedicado su vida al servicio de la comunidad no reciban el apoyo necesario”, dice Marta. Su madre, una maestra jubilada de Reynosa, fue rescatada de los escombros por un exalumno. Pero el drama no terminó ahí: la ayuda que han recibido es insuficiente y el peritaje, que debería esclarecer lo sucedido y deslindar responsabilidades, sigue sin llegar. Las autoridades piden paciencia, pero ¿cuánto más pueden esperar quienes han perdido todo?

Carlos Peña Ortiz, en lugar de ofrecer respuestas, ha preferido desviar la atención con lujos y espectáculos. Contratar a un artista como Gabito Ballesteros, cuyo mensaje promueve la narcocultura, envía un mensaje claro: los recursos existen, pero no están destinados a ayudar a quienes lo necesitan. Este mismo artista, de acuerdo con fuentes de internet, cobra alrededor de 30 mil dólares por hora, lo cual se suma al reciente informe de gobierno que el alcalde presentó en un salón de lujo, al que la ciudadanía no fue invitada. ¿Cómo puede justificarse este derroche cuando cientos de familias en Reynosa siguen esperando una solución real? La tragedia de la colonia Módulo 2000, parece haber sido callada por un gobierno local más preocupado por la imagen que por la acción.

Lo más inquietante es que, hasta la fecha, no se ha aclarado si los fuegos artificiales que causaron la explosión estaban destinados a las celebraciones del Día del Grito organizadas por el propio municipio. Las esferas pirotécnicas encontradas en el lugar no eran de las que se utilizan para celebraciones menores; eran del tamaño y tipo que se emplean en eventos oficiales. Sin embargo, el peritaje, que debió arrojar resultados desde hace tiempo sobre esta cuestión, sigue sin aparecer. Mientras tanto, las familias afectadas viven en una agonía interminable, sin saber cuándo podrán volver a sus hogares, y que decir de que, en algún momento obtener justicia.

La insensibilidad de las autoridades no termina ahí. Marta Pérez, como muchas otras familias, ha recibido una oferta económica que no cubre ni una fracción de los daños sufridos. Mientras tanto, el alcalde no ha explicado quién permitió que explosivos de tal magnitud fueran almacenados en una vivienda residencial. ¿Cómo es posible que las denuncias de los vecinos, que alertaron sobre la presencia de pirotecnia en la zona, fueran ignoradas?

Reynosa no necesita más espectáculos ni distractores. Lo que se necesita es justicia para las víctimas y respuestas claras sobre lo que ocurrió en la colonia Módulo 2000. ¿Dónde están los responsables? ¿Quién permitió almacenar ese material explosivo en una zona residencial? Y lo más importante, ¿cómo planea el gobierno reparar el daño, no solo material, sino emocional que esta tragedia ha dejado?

Mientras Makito continúa organizando eventos lujosos alejados de la realidad de su pueblo y pagando publicidad millonaria para promover su informe de Gobierno, las víctimas de la explosión siguen sin recibir lo que realmente necesitan: un gobierno que esté de su lado, que les dé justicia y seguridad.

Argumentos sobrarán para no apoyar a los afectados, uno de los que leí de parte -seguramente- de un simpatizante del gobierno en turno, fue que el Gobierno no tenía obligación de ayudar a nadie, que para eso existían los seguros de vivienda, pero ¿Cuándo realmente el ayuntamiento de Reynosa ha cumplido con todas sus obligaciones? L aciudad es un asco.

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