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La Importancia de no olvidar

Sin Filtros; por Brenda Ramos

Las celebraciones de la independencia aún resuenan en los corazones de los mexicanos. En cada plaza, en cada rincón del país, se escucharon los gritos de “¡Viva México!” y se ondearon banderas con orgullo. Sin embargo, mientras la historia nacional se repite en los discursos oficiales y las tradiciones se mantienen vivas, hay historias más cercanas, locales, que también merecen ser recordadas y celebradas.

En México, se es experto en conservar la memoria de los héroes nacionales, pero en estados como Tamaulipas, aún falta que alguien se haga cargo de mantener vivas las historias de las comunidades, de sus personajes, de sus raíces. Es por eso que resulta admirable el reciente proyecto que ha surgido en Reynosa para rescatar y plasmar las historias de las familias fundadoras de la región.

Este esfuerzo, que se distingue por no tener vínculos políticos ni municipales, representa un compromiso genuino con la memoria colectiva. Se trata de un proyecto que no busca promover a nadie ni encubrir intereses particulares, sino de un acto de justicia histórica para dar voz a quienes han sido parte fundamental en la construcción de las comunidades tamaulipecas. Es un recordatorio de que la historia de este país además de escribirse solo desde las grandes capitales, también se puede hacer desde los pueblos y ciudades que han forjado, con su esfuerzo diario, la identidad de esta tierra.

Una de esas historias es la de Íñigo Noriega Laso, un inmigrante asturiano cuya vida en Reynosa durante el siglo XIX es digna de una novela. Noriega, amigo cercano de Porfirio Díaz, amasó una fortuna considerable en México y se embarcó en uno de los proyectos más audaces de la época: la creación de La Sauteña, un latifundio de 800,000 hectáreas en el norte de Tamaulipas. Su visión era revolucionaria para su tiempo; planeaba poblar el vasto territorio con inmigrantes europeos y rusos, ofrecerles parcelas de tierra, herramientas y oportunidades para un futuro próspero.

La Sauteña representaba un modelo de desarrollo inédito, alejado de las tradicionales haciendas mexicanas. Pero este ambicioso proyecto no logró prosperar. En 1913, las tropas revolucionarias tomaron Colombres, el centro de operaciones de Noriega, y su sueño quedó truncado. Hoy, la zona donde alguna vez se levantó su utopía es la Ciudad de Río Bravo, un testimonio de cómo las visiones, aunque a veces inacabadas, dejan huellas indelebles en la historia local.

El proyecto en Reynosa para rescatar estas memorias, estas historias de familias que han dejado su impronta en la región, es más que necesario. Es admirable que alguien tome la iniciativa de documentar lo que el tiempo y el olvido amenazan con borrar. Porque sí, en México se es bueno para recordar a los héroes nacionales, pero hace falta que también se cuenten las historias locales, esas que hablan de los esfuerzos anónimos, de los sueños y fracasos que también forman parte de la identidad mexicana y tamaulipeca.

Este proyecto, que no responde a ninguna agenda política, sino a la necesidad de conservar la memoria colectiva, es un esfuerzo valiente y necesario. Tomarse el tiempo para mirar hacia atrás, para documentar y compartir la historia local, se convierte en un acto profundamente significativo. La historia de Tamaulipas no debe depender únicamente de las narrativas nacionales; necesita ser contada por sus propios protagonistas, por las comunidades que la han vivido y construido.

Es destacable que alguien se preocupe por rescatar estas historias, porque en ese rescate se encuentra el corazón de lo que somos. La memoria local conectará con sus raíces, y les dará un sentido de pertenencia y de continuidad. Sin duda se necesitan más proyectos como este en todos los rincones de Tamaulipas, para que sus historias no se pierdan en el ruido del presente, sino que permanezcan vivas, inspirando a las futuras generaciones.

Al final, recordar es un acto de resistencia contra el olvido, un compromiso con la verdad y con la justicia para todos aquellos que han contribuido a construir las comunidades. La importancia de no olvidar radica en eso: en mantener viva la llama de la memoria, en seguir contando nuestras historias para entender quiénes somos y hacia dónde vamos. Que esta iniciativa en Reynosa sea solo el comienzo de un largo camino para rescatar y celebrar la rica historia de nuestro estado.

Le invitamos a no perderse este gran proyecto que podrá encontrar en Facebook como Las Grandes Familias de Reynosa. El cual encabeza Alejandro García Luna y que también está disponible para llevarlo a su ciudad.

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