AnálisisColumnasOpinión con sentidoPolíticaPrincipal

El berrinche del Makito

Sin Filtros; por Brenda Ramos

•Se retira del evento por soberbio.
•Nadie lo corrió ni le negó la entrada.
•Quería sentarse al frente, en el lugar de la familia del homenajeado.

Carlos Peña Ortiz, conocido como Makito, no tardó en hacer evidente que el poder, cuando cae en manos inexpertas y soberbias, se convierte en un espectáculo triste. Durante el reciente evento en Matamoros, organizado para honrar al revolucionario Catarino Erasmo Garza, el joven alcalde de Reynosa protagonizó un lamentable incidente. En lugar de comportarse a la altura de su investidura como alcalde de Reynosa, Makito optó por exigir un lugar en la primera fila, reservado para los familiares del homenajeado. Al no obtenerlo, no solo hizo un berrinche, sino que abandonó el evento bajo el pretexto infantil de «ir al baño». Una excusa que, además de ridícula, mostró el poco respeto que tiene por el servicio público.

La salida abrupta de Carlos Peña Ortiz dejó perplejos a muchos, pues los presentes observaron, que se le dieron todas las atenciones, pero el joven hizo berrinche y se fue.

El evento, encabezado por el presidente Andrés Manuel López Obrador, reunió a figuras clave del gobierno y a la presidenta electa Claudia Sheinbaum, en un acto de gran relevancia histórica. Todos los alcaldes de Morena de la zona norte (entre otros) estuvieron presentes y se comportaron a la altura de las circunstancias, excepto Makito. Su actitud dejó claro que, para él, no se trata de servir a Reynosa, sino de asegurarse un lugar privilegiado, sin importar el contexto. Esa mentalidad de “yo primero” revela que, lejos de entender la política, sigue actuando como un junior malcriado (que consigue todo con dinero) que no sabe ni quiere aprender las reglas.

El hecho de que algunos de sus defensores hayan tratado de justificar su comportamiento es incluso más lamentable. Argumentando que corrieron al Mako, sin embargo al joven se le dieron todas las atenciones, pero para el Junior Yankee, nada le satisface.

Pero el problema va más allá del protocolo: es un claro ejemplo de inmadurez política y falta de responsabilidad. Mientras sus colegas alcaldes asistían con respeto al evento, Peña Ortiz optó por desentenderse de su papel, demostrando que no está preparado para enfrentar las exigencias de su cargo. Sus defensores pueden rasgarse las vestiduras todo lo que quieran, pero el joven alcalde ha dejado sin argumentos a sus defensores, pues ni siquiera ha tenido la decencia de explicarles lo sucedido.

Mientras tanto, el evento siguió adelante sin él, como era de esperarse. La historia no se detiene por los caprichos de un político inexperto. La ceremonia en honor a Catarino Erasmo Garza continuó con dignidad, uniendo a figuras como Beatriz Gutiérrez Müller y los altos mandos del gabinete de seguridad. El presidente López Obrador destacó el legado de Garza, un hombre que luchó por ideales mucho más grandes que los privilegios personales. La diferencia entre un verdadero revolucionario y un político que solo busca el brillo de los reflectores fue más evidente que nunca en ese momento.

La situación es una muestra clara de lo que sucede cuando se confunde el poder con una plataforma para el ego. Carlos Peña Ortiz es un joven sin experiencia; un joven que desprecia la investidura que le fue otorgada. En lugar de ver su posición como una oportunidad para servir la ha convertido en un escenario para sus desplantes personales. Reynosa no necesita a alguien que haga berrinches cuando no obtiene lo que quiere, necesita a un líder que entienda que la política es un servicio, no un privilegio.

El caso de Carlos Peña Ortiz es un recordatorio urgente para los ciudadanos de Reynosa: no se puede seguir tolerando este tipo de actitudes en quienes ocupan cargos públicos. La política no es un juego de egos ni vanidades. La imagen de un joven que abandona un evento tan importante por un capricho personal es una advertencia clara de que algo está profundamente mal. Reynosa merece mucho más que un alcalde que actúa como si el poder fuera un juguete.

Notas relacionadas

Botón volver arriba