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Breve autopsia a los restos de un logotipo que una vez resplandeció como un sol azteca

Por: Vicente Hernández

“Si la autopsia nos explica de qué ha muerto una persona, debería inventarse la ‘vivopsia’ que nos explicara de que vive mucha gente.”
«Jaume Perich»

La muerte del PRD fue anunciada oficialmente el lunes 27 de agosto en voz de su ultimo dirigente nacional Jesús Zambrano Grijalva, sus dolientes militantes de la vieja y de la nueva guardia, recibieron la noticia con la tristeza que caracteriza a quien pierde algo muy querido, en este caso pierden al padre que los instruyo ideológicamente, que los arropo bajo sus siglas, y los impulso para ser candidatos en las contiendas electorales, este lunes se pierde un partido guerrero, que tal vez tuvo una vejez y muerte prematura (35 años) debido a que durante su corta existencia fue víctima de traiciones, derrotas y abandonos, y esto lo fue debilitando hasta que ya no pudo más, y la derrota en las urnas el pasado dos de junio, fue la estocada mortal de la que ya no pudo recuperarse, y con su muerte se va una parte de la historia de la lucha social de la izquierda en México.

Contemplo la plancha fría de la antesala del panteón de la historia política de México, donde reposa el logotipo inerte del PRD, y me preparo para hacerle una autopsia-biográfica, del que un día fue un partido con un brillante sol azteca, y hoy yace como un triste crepúsculo.

Para poder entender el origen, o nacimiento de este partido, tendremos que remontarnos a finales de los años ochenta entre 1987 y 1989, cuando el PRD nace como una coalición de diversas fuerzas sociales y partidos políticos de izquierda, que enfrentaron al régimen priista de Miguel de la Madrid para crear otro alternativo, por esta razón en un sano ejercicio de autocrítica, los entonces priistas Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, organizaron la “Corriente Democrática” que buscaba, sin más, democratizar en todos sus niveles al PRI, y al mismo tiempo cuestionar las contradicciones económicas y sociales, por lo que abandonaron al PRI en busca de la verdadera democracia.

Esta inesperada salida de las personas que integraban la corriente democrática del PRI, llamó la atención de una gran cantidad de mexicanos que ya padecían los primeros efectos del neoliberalismo, que ya tenía muchos años instalado en el poder, pero este suceso atrajo también la atención de varias organizaciones políticas de la izquierda mexicana, que, aunque dispersas venían sosteniendo desde tiempo atrás, la necesidad de una apertura democrática, que permitiera una oposición política real, en un régimen de Partido de Estado usufructuando el poder desde 1929.

Estos grupos dispersos de la izquierda, fueron convocados en 1988 por Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo e Ifigenia Martínez, (actual diputada de Morena, y presidenta electa de la Cámara de Diputados, quien será la encargada de entregar la banda presidencial a la presidenta electa Claudia Sheinbaum) para formar una alianza con otros partidos y gentes de izquierda, para ser agrupados en el Frente Democrático Nacional, que aglutino progresivamente a Comunistas del Partido Mexicano Socialista (PMS), Trotskistas del PRT, Maoístas de la Organización de Izquierda Revolucionaria OIR-LM, Socialistas del Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT), Guevaristas de la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria (ACNR), Socialistas revolucionarios del Punto Crítico (ORPC) y otros grupos de inspiración marxista, así como diversas organizaciones sociales, en fin la crema y nata de la izquierda mexicana de esa época.

Ya una vez fortalecido el Frente Democrático, Cuauhtémoc Cárdenas anuncia su candidatura por la presidencia, por otro lado, el Partido Comunista Mexicano y otros partidos como el Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT), encabezado por el ingeniero Heberto Castillo, se fusionaron para dar lugar al nacimiento del Partido Socialista Unificado de México (PSUM), postulando como su candidato a la presidencia al propio Heberto Castillo.

Pero conforme avanzaba el proceso electoral, la candidatura  de Heberto apenas mantenía el apoyo del “voto duro» de la izquierda tradicional, en cambio la candidatura cardenista iba en pleno ascenso, así que conscientes de que la coyuntura política era propicia para un triunfo de la izquierda, (que no era su izquierda) y con el propósito de lograr un frente unido para dar la batalla electoral, Castillo decidió declinar su candidatura en favor de la de Cárdenas, apenas a un mes antes de las elecciones, programadas para el 6 de julio de1988.

Pero el resultado de las elecciones presidenciales de 1988, le dieron a Carlos Salinas de Gortari la presidencia, a partir de una gran polémica por el “mañoso” desempeño irregular de la Secretaría de Gobernación (al frente del cual estaba Manuel Bartlett Díaz y al que curiosamente “se le cayo el sistema”) a las 8 pm del mismo día 6 de junio, se presentaron en la sede de la Secretaría de Gobernación los candidatos: Manuel Clouthier del PAN, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano del FDN y Rosario Ibarra de Piedra del PRT denunciando la ilegalidad del proceso, pese a todo y la protesta, el 13 de julio en un cinismo inusitado, el Secretario de Gobernación declararía que el triunfador de las elecciones era el candidato del PRI.

Ante esta inesperada derrota (los votos favorecían a Cárdenas por la “travesura” de Bartlett) unos meses después, la cúpula de la izquierda mexicana decidió la formación de un nuevo partido, cuya base sería el Frente Democrático Nacional (FDN) de tal suerte que el PRD emergió en el año de 1989 después de un proceso electoral en la que había sido vulnerada la elección presidencial, y arrebatada la presidencia al candidato que había unido a la oposición.

Y como en todo nacimiento, el PRD tuvo su registro oficial ante la Comisión Federal Electoral, y este se hizo mediante cesión del registro que tenía el PMS (su padre) y partir de ese entonces, el PRD participo en todos los procesos electorales, en todas las campañas políticas y en los distintos espacios políticos hasta su lamentable deceso, y leída su esquela el pasado 27 de agosto por su enterrador Jesús Zambrano, en tanto los Senadores Araceli Saucedo y José Sabino, quienes fueron electos bajo las siglas del Partido de la Revolución Democrática (PRD), mismos que el mismo día que se anunció la muerte del PRD, lo traicionaron, al pasarse a la bancada de Morena, siendo estos los que empuñaron el martillo para clavar la tapa del ataúd en el que fue enterrado este malogrado partido. -Descanse en paz.

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