La Secretaria del Trabajo
Sin Filtros; por Brenda Ramos
Una terna de nombres suena para encabezar la Secretaria del Trabajo Estatal. Sin embargo lo más curioso en torno a esto, es que, se está dando más atención respecto a si él nuevo titular cubrirá las altas expectativas que dejó Olga Sosa en su paso por su administración .
Por lo cual, se espera que quien llegue sea una persona muy capaz, pero sobre todo, que no baje el ritmo que Olga Sosa estableció. Sosa rompió el molde al salir de la oficina y de Ciudad Victoria, llevando su labor a las distintas regiones del estado, lo que le permitió estar en contacto directo con los trabajadores y sus necesidades.
Situación que representa un gran reto, puesto que no cualquiera podría con el paquete que representa el gran estándar que la tampiqueña está dejando. Por lo cual, será mejor prevenir que lamentar, analizando con lupa todos los perfiles para asegurarse de que quien asuma la responsabilidad tenga no solo la capacidad y el compromiso, sino también la integridad necesaria para mantener y superar los logros alcanzados hasta ahora.
De no hacerlo, las consecuencias son muy grave,, como lo demuestra el reciente caso del diputado federal Luis Alberto Carballo Gutiérrez. Resulta que Carballo, quien había sido electo por el PVEM para el distrito 23 en Lerma, Estado de México, el hombre se vio envuelto en un escándalo cuando salió a la luz que era deudor alimentario. Su exesposa lo acusó públicamente, lo que llevó al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación a declararlo inelegible.
Si se hubiera analizado con sentido común su perfil desde un inicio, se podrían haber ahorrado muchos problemas y la vergüenza de tener que revocar su constancia de mayoría. Ahora, José Luis Hernández Pérez, su suplente, tendrá que tomar su lugar, creando una situación que pudo haberse evitado con una revisión más exhaustiva.
Este no es un caso aislado. En Tamaulipas, hemos visto situaciones similares que reflejan la importancia de las evaluaciones cuidadosas para importantes tareas.. Por citar dos ejemplos, el día de hoy con la clausura del periodo ordinario de la 65 legislatura, el discurso de la diputada Leticia Vargas Álvarez, dejó ver su arrepentimiento al traicionar y abandonar al partido que la llevó a su curul hace casi tres años.
La legisladora, paso a la historia como una de las diputadas que se cambió de MORENA al PAN, situación que se hubiera evitado de revisar bien su perfil antes de darle la oportunidad de contender, ya que si esto se hubiera hecho, habrían identificado sus verdaderas lealtades evitando así una traición que dejó en entredicho la confianza de los votantes y la integridad del proceso legislativo.
Un caso más es el de la diputada Casandra de los Santos, quien no solo maneja su carrera política a cañonazos de verdes, sino que sigue faltando a atender sus labores en el congreso local, hace días con una supuesta falta por enfermedad que resultó en mentira pues andaba en CDMX y el día de hoy, con la oportunidad de estar presente por zoom, bajo argumento desconocido pues los micrófonos de la sesión estaban apagados cuando se dio la razón de su ausencia presencial.
Sin embargo, cualquiera que haya sido la excusa, la verdadera razón de su falta, la compartió ella misma en sus redes sociales puesto que andaba de fiesta con su familia en Monterrey tras la graduación de su hijastra, ocurrida este fin de semana. Tan fácil como pedir licencia, pero no le quiere perder el amor a ninguna quincena y mientras el distrito 8 seguirá abandonado. Y así la lista sigue, como el nombre de cierto personaje que intentan colocar en una Secretaria muy importante pero que también es un deudor alimentario.
Estos casos destacan la necesidad imperiosa de realizar una evaluación exhaustiva y transparente de los perfiles de quienes aspiran a ocupar puestos de relevancia. No se trata solo de capacidades técnicas o experiencia, sino también de un compromiso auténtico con los principios de honestidad y responsabilidad que deben guiar el servicio público.
Al final del día, los tamaulipecos merecen representantes que verdaderamente estén a la altura de sus expectativas y necesidades, y esto solo se logrará si las instituciones encargadas de la selección y supervisión actúan con rigor y seriedad.
La Secretaría del Trabajo no es la excepción; elegir a la persona adecuada no solo garantizará la continuidad de los logros, sino que también sentará un precedente positivo para toda la administración pública. Porque, como bien dice el dicho, más vale prevenir que lamentar, y en el ámbito político, esta máxima cobra una importancia crucial.