Casi termina el sexenio, pero con el: ¿Terminara la represión contra la prensa libre?
Por: Vicente Hernández
«En un estado verdaderamente libre, el pensamiento y la palabra deben ser libres».
«Suetonio»
Desde finales del siglo XVIII cuando llega a México la imprenta, junto con ella llega el periodismo, los primeros periódicos mexicanos eran pequeños y modestos, pero su impacto fue enorme ya que desde que salió el primer ejemplar, se fue convirtiendo en una voz crítica y consciente de los problemas sociales y políticos de nuestro país, y así la palabra escrita se fue acomodando dentro de los hábitos cotidianos de la ciudadanía, y aunque el avance tecnológico a tratado de enterrar al periódico impreso, este se resiste a morir, y somos muchos que nos hicimos adictos al incomparable olor de la tinta, y a la suave caricia del papel al tocarlo con nuestros dedos.
Después de la Independencia, la prensa escrita fue escalando escalafones hasta llegar a ocupar un papel muy relevante, y motivo que los periódicos se multiplicaran y se convirtieran en una voz crítica y consciente de los problemas sociales y políticos de nuestro país, y ya desde esa época se denunciaban los abusos del gobierno, se promovían ideas revolucionarias, y se defendían los derechos de los ciudadanos, y el derecho a la libre expresión fue plasmado en nuestra constitución, que en el Artículo 7 que a la letra dice: Es inviolable la libertad de difundir opiniones, información e ideas, a través de cualquier medio. No se puede restringir este derecho por vías o medios indirectos, tales como el abuso de controles oficiales o particulares, de papel para periódicos, de frecuencias radioeléctricas o de enseres y aparatos usados en la difusión de información o por cualesquiera otros medios y tecnologías de la información y comunicación encaminados a impedir la transmisión y circulación de ideas y opiniones.
Ninguna ley ni autoridad puede establecer la previa censura, ni coartar la libertad de difusión, que no tiene más límites que los previstos en el primer párrafo del artículo 6o. de esta Constitución. En ningún caso podrán secuestrarse los bienes utilizados para la difusión de información, opiniones e ideas, como instrumento del delito.
Sin embrago, en los tiempos de Gustavo Diaz Ordaz, Luis Echeverria y algunos otros “finísimos” presidentes, era la Secretaria de Gobernación el que controlaba los medios de comunicación, y otorgaba los registros a periódicos y revistas, también controlaba los rollos de papel que utilizaban las rotativas, que eran el corazón y el eje fundamental para la vida y la circulación de un diario, pero si alguno de estos diarios señalaban alguna critica al gobierno en turno, simplemente le dejaban de surtir papel, hasta que no sacara dos o tres notas en desagravio de la nota incomoda, y solo así le podían proporcionar la materia prima para la edición de su diario, pero condicionado a no volverse a salir del carril, so pena, de clausurarle o armarle una huelga al estilo de la crisis de “Excelsior” de 1976.
Poco después de su salida de Excelsior, Don Julio Scherer García funda con otros compañeros de trabajo la revista “Proceso” que mantuvo una postura crítica hacia la gestión de José López Portillo, ocurrida de 1976 a 1982, ante esta postura el entonces el presidente monta en cólera, y determina hacerle un boicot a Proceso, retirando la publicidad oficial del semanario, obligando a las empresas que si lo hacían, a unirse al boicot, siendo el periodista Francisco Martínez de la Vega, quien durante una comida para festejar el Dia del Periodista, en su intervención alude el boicot frente al presidente López Portillo, quien en tono molesto le contesto: “¿Una empresa mercantil organizada como negocio profesional, tiene derecho a que el Estado le dé publicidad para que sistemáticamente se le oponga? Ésta, señores, es una relación perversa, una relación morbosa, una relación sadomasoquista que se aproxima a muchas perversidades que no menciono aquí por respeto a la audiencia. Y es al final cuando pronuncia su frase que con el tiempo se volvería de referencia; “No te pago para que me pegues.” ¡Pues no faltaba más!
Pero llega el 2018, y con el los nuevos vientos de cambio con un gobierno de izquierda, representado por el carismático y viejo luchador social Andrés Manuel López Obrador, y la esperanza de casi todos los mexicanos, era la de enterrar los viejos vicios de los gobiernos priistas y panistas, y empezar de nuevo a forjar un mejor país con su proclama o apotegma de; “La Cuarta Transformación de México” pero hoy día a ya casi seis años de gobierno transformador, no solo no fueron enterrados los viejos vicios, sino que estos fueron mejorados, al menos en el tema que me ocupa que es el periodismo.
Si de algo va a pasar a la historia López Obrador, es en la forma en que se ha ensañado en contra de muchos periodistas y dueños de medios de comunicación que le resultaron ofensivos y desagradables, pasándose el Articulo 7 por el arco del triunfo, un ejemplo muy claro lo tenemos con la persecución en contra del periodista Carlos Loret de Mola, contra el cual se está llevando a cabo una venganza personal, usando todo el poder del estado a través de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) al frente de la cual esta Pablo Gómez, uno de los hombres “duros” de Morena, activado por los rabiosos ataques desde las mañaneras, cargadas de desprestigio, asfixia económica, venganza, escarnio público no solo para Carlos, también para su esposa Berenice Yaber, Víctor Trujillo “Brozo” y Latinus a quienes se les investiga por supuesto “lavado de dinero” y a Latinus en materia laboral por el despido de trabajadores.
A todo esto, Carlos Loret escribió en sus redes sociales: “Está claro que a López Obrador le incomodan las voces discordantes y, en el caso de Latinus, la revelación de actos de corrupción en los que se evidencian financiamientos irregulares y tráfico de influencias para beneficiar a familiares, colaboradores y amigos de su círculo más cercano”
Y la respuesta del presidente Andrés Manuel López Obrador fue: “Nosotros no investigamos a nadie, no hay censura para nadie, que no nos agarren a nosotros de excusa, de pretexto. Lo que les sucedió a todos ellos es que le faltaron al respeto al pueblo y perdieron mucha credibilidad.” Y en una actitud de moderno Poncio Pilatos dijo: “Entonces, yo creo que la están pasando mal, les deseo que les vaya bien. Ánimo, pero que no nos echen la culpa a nosotros. Ya parece que voy a andar yo diciéndole a Pablo Gómez (que los investigue) … sería bueno que venga Pablo, sí que venga”
Y pensar que todavía faltan tres meses para que termine este sexenio, durante los cuales pueden suceder muchas cosas, pero de lo que si podemos estar seguros, es que si bien el señor de Macuspana le entrego un bastón a Claudia Sheinbaum, fue solo el bastón, porque el mando solo lo soltara hasta el último minuto, del ultimo día de su reinado, cuando tenga que abandonar su real alcoba, de su real palacio nacional y se vaya rumbo… a su rancho a descansar.