Otra de SEDUMA
Sin Filtros; por Brenda Ramos
El reciente anuncio de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Medio Ambiente (SEDUMA) sobre la renovación del Laboratorio Ambiental en Ciudad Victoria ha levantado más preguntas que respuestas. A simple vista, parece un movimiento positivo. Pero si rascamos un poco, nos damos cuenta de que todo huele a promesas de la arquitecta Saldivar, para evitar que sigan los señalamientos de su mal desempeño.
Primero que nada, la Secretaría no dice ni pío sobre cuántos recursos se gestionaron ni cuánto va a costar el proyecto. Tampoco hay un cronograma claro de cuándo piensan empezar y cuando van terminar las reparaciones y recertificaciones. Con estos huecos informativos lo único que podemos pensar es en un proyecto con mucha falta de transparencia y una gestión ineficaz detrás de el.
¿Y qué tal la adjudicación de contratos? ¿Hubo licitación pública? ¿Qué empresas están a cargo? Sin estos detalles, es imposible confiar en que los recursos se usen de manera eficiente y sin favoritismos.
El impacto del cierre temporal del laboratorio es otro temazo. Reubicarán al personal a la Torre Bicentenario, pero ¿Quién será responsable del gasto de traslado que esto representa para los trabajadores? sobre todo con el reciente aumento en el transporte público. Y ¿qué pasa con los servicios que prestan a agricultores, industrias y dependencias gubernamentales? Este cierre temporal podría descarrilar proyectos ambientales en curso y sin consultar a los afectados, el daño puede ser enorme.
Luego están los daños provocados por las lluvias recientes. Dicen que el laboratorio está estructuralmente en buen estado, pero las fotos cuentan otra historia. Techos llenos de grietas, paredes descascaradas y un abandono que grita negligencia. ¿Cómo es posible que permitan que un espacio tan crucial para el medio ambiente llegue a este estado lamentable?
La eficacia y los resultados del laboratorio en los últimos años también están bajo la lupa. ¿Problemas previos? ¿Datos chuecos? La necesidad urgente de recertificación sugiere que algo huele mal y no es precisamente el agua contaminada.
No podemos olvidar que el 5 de junio de 2023, en el “Día Mundial del Medio Ambiente”, la titular de la SEDUMA, Karina Lizeth Saldívar Lartigue, fue al laboratorio para celebrar su 30 aniversario y desde entonces no regresó ni por la feria. Este patrón de inacción y retórica hueca es inaceptable y muestra una falta de compromiso real con su cargo al frente de una Secretaría tan importante.
El abandono y la falta de acción concreta no solo ponen en riesgo la calidad del medio ambiente, sino que también minan la confianza pública en las instituciones. Karina Lizeth Saldívar Lartigue debe rendir cuentas por su negligencia. Su gestión ha demostrado ser un desastre, incapaz de garantizar el adecuado funcionamiento y mantenimiento del Laboratorio Ambiental y demás edificios que dependen de la Secretaría que administra. Por el bien de Tamaulipas y su medio ambiente, se hace imperativo considerar su destitución.