Opinión con sentido

El colega, Alberto Guerra Salazar

La Comuna

José Ángel Solorio Martínez

Llegué a trabajar a ciudad Victoria, Tamaulipas, el último año de la administración del gobernador, Emilio Martínez Manautou. Me incorporé a la redacción del periódico, El Diario; los propietarios eran los descendientes del ex gobernador, Enrique Cárdenas González.

Fue realmente sencillo, instalarme en ese medio, que en aquellos momentos era uno de los medios impresos, líder en la comunidad capitalina: llegué recomendado por Alberto Guerra Salazar, con quien había laborado meses antes en la planta de reporteros de La Prensa de Reynosa, en la Sección Río Bravo.
Don Juan Guerrero Villarreal –director del cotidiano– me recibió con gran amabilidad; la opinión de Alberto sobre mi trabajo, había creado una agradable predisposición en quien sería mi jefe por varios años.

En ese medio, aprendí mucho de lo que soy en el mundo del periodismo.
Alterné en ese ambiente laboral, con talentosos comunicadores: Ezequiel Parra Altamirano, Rogelio Rodríguez, Tino Rodríguez, Pepe Valle, Fernando Acuña, Melitón Guevara, el arquitecto ERI, Carlos López Arriaga, Vicente González y el propio Guerra Salazar.

Sin presunciones falsas, puedo decir que ese cuadro de redactores por esa época era la más potente en la capital y en muchas millas a la redonda. Ningún diario, competía con ese staff de periodistas.
Parra Altamirano, –subdirector– y Guerrero Villarreal –director– hacían una pareja insuperable para las competencias. Uno y otro, poseían plumas vigorosas y prosas para el disfrute.

Guerra Salazar, era un reportero consagrado y parte de una generación que esgrimió el periodismo con vehemencia y buen tino: Lupe Diaz, Víctor Manuel Calzado, Pedro Alfonso García, Manuel M. Flores, Natividad Alemán, Daniel Ulloa Campos, Ezequiel Parra y otros no menos relevantes. Un servidor, apenas despuntaba junto a otra generación que se esforzaba por construirse un lugar en el mundo de la información: Fernando Acuña, Inés Figueroa, Francisco Cuéllar, Luis Arturo Luis, Ambrosio López, José Luis Morales Ibarra –el Guajo, carajo–, Mary Jaramillo, Antonio Arratia, Miguel Parras, Carlos López Arriaga y otros.

El estilo periodístico de Alberto, se significó por mezclar las herramientas de la generación clásica del periodismo tamaulipeco, con la emergente y contestataria forma de informar de la nueva camada de trabajadores de la información en la región.

Por décadas, se constituyó en un referente de la información en el estado.

Aprendí mucho de él, en mis inicios tanto en Río Bravo, como en ciudad Victoria.
Y cómo no: compartí con él, años de trabajo en varias redacciones tamaulipecas.
Lo he dicho, varias veces: fue uno de mis maestros en esta profesión y oficio que nos ocupa.
Esas enseñanzas, no sólo me abrieron las puertas en varias empresas de la información; al mismo tiempo, me equiparon para depurar mi narrativa y hacer más llevadero y disfrutable la tarea de historiador.

Soy periodista por los hermanos Guerra: Alberto y Ángel.
Soy historiador, por Pedro Salmerón y los doctores Álvaro Matute Aguirre y Carlos Martínez Assad.

En estos momentos, Alberto, lucha por su vida.
Ruego y confío que recupere su vitalidad para bien de su familia, de sus amigos y sus lectores.

(P.D.: si alguien desea solidarizarse con el compañero, comunicarse al teléfono, 834 111 4284. Contestará su hija, Aidé).

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