«La imposibilidad material de reformar el pacto federalista»
Por Óscar Aldrete
Politólogo…
Giovanni Sartori siempre sostuvo que la democracia constitucional es equilibrio, es división de poderes, es el ejercicio pleno de la política de pesos y contrapesos.
El origen del estado constitucional tiene su base fundamental en la separación de poderes, para generar equilibrios en el ejercicio del poder. En los regímenes presidenciales, como es el caso de México, es aún más necesario contar con contrapesos constitucionales debido a las facultades metaconstitucionales que en el viejo régimen se otorgaron al depositario temporal del poder ejecutivo federal, materializándose así el presidencialismo.
Los gobiernos divididos se instauraron en México desde 1997, y desde esa fecha histórica ningún partido o coalición en el Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos ha tenido la mayoría calificada que le permita modificar la Constitución federal a su libre albedrío. Ni siquiera con Andrés Manuel López Obrador en 2018 se lograron los dos tercios en ambas cámaras del Congreso General. En 2024, es muy improbable, casi imposible, que una sola fuerza política o coalición lo logre.
Los mexicanos aprendimos a votar separando el voto de la presidencia y del poder legislativo. El absolutismo o autocracia de todo el siglo pasado, con el control absoluto de los poderes del Estado mexicano por parte del otrora partido hegemónico (PRI), no volverán jamás. Por la salud de la república y por el bien del régimen político separatista, reformar sin mayorías congresionales es la práctica parlamentaria desde el lejano 1997.