¿El Museo del Ferrocarril o el Museo de la Corrupción? Segunda Etapa
“La herencia Maldita”
Sin Filtros; por Brenda Ramos
En Reynosa, lo que prometía ser un homenaje a la historia ferroviaria, se perfila más como un monumento a la corrupción. Bajo la promesa de corregir «la herencia maldita» de anteriores administraciones, Maki Esther Ortiz Domínguez ganó la reelección en Reynosa como alcaldesa del PAN en 2018. Sin embargo, su gestión terminó por convertirse en la ironía más amarga de su promesa, dejando a su propio hijo Carlos Peña Ortiz, el nuevo alcalde (que llegó por MORENA), una herencia igualmente problemática.
Durante el mandato de Ortiz Domínguez, el proyecto del Museo del Ferrocarril se convirtió en un símbolo de mala gestión. Según la Auditoría Superior de la Federación, en su informe 2021-D-28032-19-1801-2022, la administración anterior demostró una «deficiente planeación y programación». Este manejo inadecuado se tradujo en un probable daño económico de 77 millones 65 mil 330 pesos de un total inicial de 147 millones asignados, una cifra que habla de los probables volúmenes de los desvíos y malversaciones ocurridos.
La revelación de la auditoría descure la punta del iceberg de una administración que se condujo sin ética ni competencia, al grado de dejarle el problemón a la administración de su propio hijo, que ella controlaría por debajo del agua, administración que ha revuelto más las aguas y complicado más las cosas habiendo tenido que inyectar más de 123 millones de pesos adicionales para completar la obra que hasta la fecha, no ha sido terminada.
El contrato original, número SOP-REY-FORTAMUN-049-2021-LP, se otorgó a Inmobiliarios Mexicanos S.A. de C.V. con un presupuesto de 147 millones 76 mil pesos, estipulando un plazo de ejecución de mayo a septiembre de 2021. Sin embargo, las fechas de finalización se extendieron hasta noviembre del mismo año, complicando aún más la entrega del proyecto en un periodo ya crítico para la ciudad, que luchaba por recuperarse de las devastadoras consecuencias de una pandemia global, añadiendo a los problemas de perder seres queridos, el empleo y patrimonios enteros, un gasto millonario que se ve reflejado en el retraso de los principales servicios de la ciudad, como el abastecimiento de agua potable, reparar los caídos y las fugas, reparar y pavimentar las calles, la recolección de basura, iluminación entre otros.
Pero la decisión de Maki Ortiz de otorgar un contrato millonario a Inmobiliarios Mexicanos S.A. de C.V. para la segunda etapa del Museo del Ferrocarril solo resalta la falta de consideración por la ética administrativa y la responsabilidad pública, con la que manejo su administración ya que se favoreció a la empresa no solo con el contrato millonario de la segunda etapa del Museo, sino con muchos más a pesar del conocido historial negativo de la empresa marcado por irregularidades y sanciones de la Auditoría Superior de la Federación y la Secretaría de la Función Pública.
Al favorecer a una empresa implicada en abandono de obras y pagos por trabajos no realizados, y que ha estado vinculada a financiamientos de sus campañas, Ortiz se metió en camisa de once varas. De ahí probablemente la opacidad y falta de transparencia al hacer completamente públicos los documentos de adjudicación y gestión financiera de la obra, que se encuentran completamente refundidos y casi encriptados en el portal de transparencia.
Hablamos del documento de la junta de aclaraciones, la presentación de las propuestas, el dictamen , el contrato. Y a pesar de todo, Maki Ortiz no se detiene; ahora busca un escaño en el Senado por el Partido Verde, mientras su hijo Carlos Peña Ortiz, candidato a la reelección por MORENA, pide el voto para el Verde, traicionando completamente al partido que les abrió las puertas a ambos.
Pero como siempre, en estos ya tres artículos que desnudan la realidad del museo del Ferrocarril, usted tiene la última decisión para juzgar: ¿el museo del Ferrocarril o el museo de la corrupción? Estamos seguros que este próximo 2 de junio sabremos su opinión al respecto.