Opinión con sentido

Las lecciones de Enrique Robas

Por Oscar Díaz Salazar.

Más de uno de los personajes que hoy buscan un cargo de elección popular, deberían recordar (o indagar) la historia del ex presidente municipal de Nuevo Laredo, Enrique Rivas (Robas) Cuéllar.

Enrique Robas acumuló una década de éxitos y ascensos en su carrera política. De la mano de Carlos Cantú Rosas, fue regidor del Ayuntamiento, diputado local y presidente municipal.

Instalado en el despacho principal del edificio sede del gobierno municipal, decide romper con los Cantú Rosas, para echarse en los brazos del ahora llamado Francisco N. Esa traición a su ex amigo y patrocinador político, le permitió disfrutar de seis años al frente de la administración municipal que cuenta con el presupuesto más grande del Estado, siendo el tercer municipio con más población.

Al cierre de su segundo periodo, como alcalde de un municipio en el que «se supone» hay tanta abundancia que pueden darse el lujo de amarrar el perro con longaniza, a Enrique Robas se le ocurre que el Congreso del Estado puede ser un buen lugar para continuar su exitosa carrera política.

«Robas» es postulado candidato a diputado local por uno de los distritos del municipio que estaba gobernando. Dicen que él munícipe neolaredense se dio el lujo de elegir a su rival, influyendo para que la candidata de la oposición (la que contaba en ese momento) fuera una de las regidoras con la que le tocó coincidir en el Ayuntamiento.

La derrota de Enrique Rivas sorprendió a (casi) todos. Desde luego que el truco para lograr el triunfo de la hoy diputada Gabriela Regalado, no causó sorpresas en la Casa de Gobierno, ni en la esquina de Palacio, ni en el rancho estilo «Art Narcó» de Soto la Marina.

Esas lecciones y esas jugadas, si es que ya las entendieron y descifraron las víctimas, y los beneficiarios, deben ser atendidas por los candidatos que se echaron a la hamaca y andan muy confiados de que San AMLO y la morenita les van a hacer el milagrito. Lo digo por esos que no pidieron licencia para buscar la reelección y que solo dedican un par de horas al día para hacer campaña. Lo digo también por los que son candidatos y no son bien vistos por quienes patrocinan «las estructuras», y por esos que compraron pleitos ajenos y obedecieron órdenes de romper las alianzas que los llevaron al cargo.

Desde luego que el tema y las reflexiones no sólo aplican en Nuevo Laredo, en donde por cierto es una pena que el partido que presumía de ser la opción decente de la política, el PAN, funde las esperanzas de lograr un triunfo, en la colaboración del crimen organizado… Y no estoy hablando de la Vaca Salvatrucha.

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